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Los principales aspirantes a la designatura presidencial alcanzaron un consenso de acatar el señalamiento del presidente Virgilio Barco a cualquiera de ellos. La propuesta se hizo en el marco de un acuerdo para superar la crisis política que se había desatado a raíz de ese nombramiento. La sorpresa fue que el primer mandatario no se inclinó por ninguno de los elegibles, sino que súbitamente planteó que el veterano dirigente del Cauca y excongresista liberal Víctor Mosquera Chaux fuera el designado. (Lea: Estas eran las noticias del 11 de octubre de 1986)
Aunque nunca figuró en el abanico de los candidatos, Mosquera Chaux apareció como una fórmula para desactivar la pugnacidad política, a tal punto que casi de inmediato el Partido Conservador anunció su apoyo al elegido para convertirse en eventual reemplazo del presidente Virgilio Barco. El dirigente caucano ya había sido designado en el cuatrienio de Julio César Turbay, también había ejercido como embajador en la Gran Bretaña en los años 60. Nunca aceptó ser ministro de gobierno alguno. (Lea: Así estaba el país el 10 de octubre de 1986)
El mismo día que empezó a despejarse el panorama de la designatura presidencial, el consejero de paz de la administración Betancur, el abogado John Agudelo Ríos, concedió una entrevista a El Espectador en la cual se mostró preocupado por el grado de pesimismo en que estaba cayendo Colombia, la apatía que se advertía en el Congreso frente a la búsqueda de la paz, el mal momento por el que comenzaba a atravesar la economía, y la peligrosa desconfianza entre la guerrilla y las Fuerzas Armadas. (Lea: El día que se rompía la tregua de las Farc con el gobierno Betancur)
Por Redacción El Espectador
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