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                                                                                                                                Órganos, nacionalidad y privilegios

                                                                                                                                HACE UNOS SEIS AÑOS UN ESCRITOR de nombre Fernando Vallejo Rendón —que se presenta como el adalid de la palabra empeñada en Colombia— declaró que renunciaba a la nacionalidad colombiana, que adoptaba la mexicana, y que en adelante no quería saber nada más de esta “mala patria” que ya no era suya pues, según escribió con patética emoción, “lo que me reste de vida lo quiero vivir en México y aquí me pienso morir”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Los motivos que aduce la Corte para privilegiar a los nacionales frente a los extranjeros son razonables: los extranjeros no pagan impuestos aquí, y por lo tanto no han contribuido a nuestro sistema público de salud; son sus propios países los que deben garantizarles el derecho a la salud; y por último al extranjero se le puede hacer el trasplante siempre y cuando “no existan receptores nacionales y extranjeros residentes en las listas regional y nacional de espera”.

                                                                                                                                Hasta aquí todo parece sensato y no debería haber discusión. Sin embargo, cuando uno examina más a fondo el asunto, se ve que si adoptáramos una política doctrinariamente nacionalista en la posibilidad de hacer trasplantes, podríamos vernos a la larga perjudicados. Si hoy en día un venezolano necesita trasplantarse el hígado, no encuentra en su país un buen hospital donde hacerse este procedimiento. Esto se debe a una tradición médica más pobre, y también a la retórica chovinista. En Medellín, Cali y Bogotá se hacen desde hace años trasplantes a extranjeros (menos del 2% del total), cuando no hay nacionales en la lista de espera a quienes les pueda servir el órgano disponible. Recuerden que el hígado de un adulto de 1,80 con sangre O- no le sirve a un niño A+. En general los extranjeros pagan bastante por este procedimiento, y de tal manera, indirectamente, han subsidiado no sólo el entrenamiento de muchos médicos especialistas, sino también la compra de recursos técnicos de última generación.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Colombia es líder en materia de trasplantes en la región gracias a que hay una cultura de la donación y normas que la favorecen. Hacer escándalos patrioteros por el tal “turismo de trasplantes”, o falsas acusaciones de tráfico de órganos, solamente perjudica una práctica médica ética, que funciona bien. En Colombia, más que hacer falta, sobran órganos, y estos a veces se desechan porque no encuentran el receptor idóneo (que podría ser extranjero). A alguien que haya renunciado a ser colombiano no habría que negarle una córnea —si sobra— sino simplemente cobrársela más.

                                                                                                                                Vea la respuesta de Fernando Vallejo a esta columna 

                                                                                                                                HACE UNOS SEIS AÑOS UN ESCRITOR de nombre Fernando Vallejo Rendón —que se presenta como el adalid de la palabra empeñada en Colombia— declaró que renunciaba a la nacionalidad colombiana, que adoptaba la mexicana, y que en adelante no quería saber nada más de esta “mala patria” que ya no era suya pues, según escribió con patética emoción, “lo que me reste de vida lo quiero vivir en México y aquí me pienso morir”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Los motivos que aduce la Corte para privilegiar a los nacionales frente a los extranjeros son razonables: los extranjeros no pagan impuestos aquí, y por lo tanto no han contribuido a nuestro sistema público de salud; son sus propios países los que deben garantizarles el derecho a la salud; y por último al extranjero se le puede hacer el trasplante siempre y cuando “no existan receptores nacionales y extranjeros residentes en las listas regional y nacional de espera”.

                                                                                                                                Hasta aquí todo parece sensato y no debería haber discusión. Sin embargo, cuando uno examina más a fondo el asunto, se ve que si adoptáramos una política doctrinariamente nacionalista en la posibilidad de hacer trasplantes, podríamos vernos a la larga perjudicados. Si hoy en día un venezolano necesita trasplantarse el hígado, no encuentra en su país un buen hospital donde hacerse este procedimiento. Esto se debe a una tradición médica más pobre, y también a la retórica chovinista. En Medellín, Cali y Bogotá se hacen desde hace años trasplantes a extranjeros (menos del 2% del total), cuando no hay nacionales en la lista de espera a quienes les pueda servir el órgano disponible. Recuerden que el hígado de un adulto de 1,80 con sangre O- no le sirve a un niño A+. En general los extranjeros pagan bastante por este procedimiento, y de tal manera, indirectamente, han subsidiado no sólo el entrenamiento de muchos médicos especialistas, sino también la compra de recursos técnicos de última generación.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                Vea la respuesta de Fernando Vallejo a esta columna 

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