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La semana pasada hubo una columna “de veras iluminante” de Enrique Santos Molano en Eltiempo.com, titulada Encuestas, candidatos y programas, donde al referirse a las encuestas electorales afirmó que de un tiempo para acá “están destinadas no a mostrar la realidad de la intención de voto, sino a crear una tendencia virtual”. (Ver columna).
Ahí el articulista coincide con una columna anterior del suscrito, quien habló del crecimiento repentino y sospechoso de Iván Duque unos días antes de la elección del 11 de marzo y sostuvo que esas encuestas parecían “inducir al electorado a votar en la consulta (…) por el candidato de Uribe y no por la candidata de Andrés Pastrana”, como en efecto ocurrió. Santos Molano aterriza en cifras esa misma impresión al argumentar que “Iván Duque da un salto prodigioso en la garrocha de la opinión pública, y del 12% en que estaba trepa al 42%”, para quedarse de ahí en adelante en el supuesto primer lugar de las preferencias, hasta el día presente.
Pero donde pone el dedo en la llaga es cuando afirma que el modelo de encuestas de proyección que consulta la opinión de máximo 3.000 mil personas y sobre los resultados se deducen tendencias, “ya es obsoleto. Primero, porque han sido siempre manipulables; y, segundo, porque Internet ha introducido las encuestas en línea, atinadas en un ciento por ciento, pues llegan a un universo mucho más amplio, de lejos, que el de las encuestas tradicionales”.
Es verdad que en las encuestas on line solo votan los que tienen computador o celular con Internet y datos, pero igual es cierto que estas reflejan más fielmente las tendencias reales que aquellas que solo consultan a un número de personas que rara vez es superior a 3.000.
Basado precisamente en esa premisa, días atrás yo preguntaba en Twitter “¿por qué en todas las encuestas que hacen en las redes sociales siempre gana @petrogustavo, mientras en las que hacen las empresas encuestadoras siempre gana @IvanDuque?” (ver trino). Y mostré los resultados de una encuesta virtual realizada por Semana.com al día siguiente del debate presidencial organizado por ese medio y Teleantioquia, en la que participó la escandalosa cifra de… ¡148.845 votantes! y donde frente a la pregunta “¿Usted quién cree que ganó el debate?”, los resultados fueron: (Ver encuesta).
Gustavo Petro: 43%
Germán Vargas: 31%
Sergio Fajardo: 13%
Iván Duque: 13%
Haciendo claridad en que a ese debate no pudo asistir Humberto de la Calle porque su avión salió tarde, ¿es comprensible que la preferencia de casi 150.000 colombianos no constituya tendencia nacional, pero que sí la tenga una encuesta de proyección que solo consulta (y toca creerle) a solo 3.000 parroquianos…?
Pero están además las ‘encuestas’ de la gente que acude a manifestaciones en plaza pública, y encontramos que ahí también arrasa Gustavo Petro. Lo llamativo, de todos modos, es que rara vez son noticia para los grandes medios que divulgan con pitos y tambores los resultados de aquellas en las que siempre gana Iván Duque…
¿A qué extraño fenómeno obedece -se pregunta el columnista Enrique Santos en palabras que suscribo propias- que mientras “las manifestaciones multitudinarias y rugientes de emoción democrática que aclaman a Petro” coinciden con lo que muestran las encuestas virtuales, las encuestas tradicionales caminan en contra evidencia total de esa realidad nacional?
Averígüelo Vargas… o Duque, o Fajardo, o De la Calle, o Morales, o Semana, o El Tiempo, o RCN…
DE REMATE: Al testigo antioqueño Carlos Enrique Areiza le pasó lo mismo que a Francisco Villalba, quien testificó contra Álvaro Uribe por lo de la masacre de El Aro: lo sacaron de la cárcel para poder matarlo.
En Twitter: @Jorgomezpinilla
http://jorgegomezpinilla.blogspot.com.co/
Nota del Editor: Una versión inicial de esta columna citaba datos incluidos en la columna de Enrique Santos Molano en El Tiempo, sobre una supuesta encuesta virtual de la revista Dinero, cuya existencia el director de dicha revista desmintió en carta a El Espectador. Eso explica esta nueva versión de la columna.
Aquí puede ver la carta aclaratoria enviada por Carlos Enrique Rodríguez, director de la revista Dinero,