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                                                                                                                                El mito del estancamiento secular

                                                                                                                                Tras la crisis financiera de 2008, algunos economistas sostuvieron que Estados Unidos (y acaso la economía mundial) padecían “estancamiento secular”, una idea que se originó después de la Gran Depresión. Las economías siempre se habían recuperado de sus caídas, pero la Gran Depresión tuvo una duración inédita. Muchos creyeron que la recuperación no hubiera sido posible sin el gasto público de la Segunda Guerra Mundial, y temían que al terminar la guerra la economía volvería a estancarse.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Los acontecimientos del año pasado mostraron la falsedad de esta idea, que nunca pareció muy verosímil. Una mal diseñada reforma tributaria regresiva y un programa de incremento del gasto con respaldo bipartidario provocaron un súbito aumento del déficit estadounidense, de cerca del 3 % a casi el 6 % del PIB, que impulsó el crecimiento a alrededor del 4 % y llevó el desempleo a un nivel mínimo en 18 años. A pesar de sus defectos, estas medidas demuestran que con apoyo fiscal suficiente es posible alcanzar el pleno empleo, incluso mientras los tipos de interés suben a niveles significativos.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Algunos advertimos en aquel momento que era probable que la caída fuera profunda y prolongada, y que se necesitaban medidas más enérgicas y diferentes de las que propuso Obama. Sospecho que el principal obstáculo fue creer que la economía sólo había experimentado una ligera desaceleración de la que se recuperaría en poco tiempo. Bastaba llevar los bancos al hospital, atenderlos bien (es decir, no pedir cuentas a los banqueros ni criticarlos, sino subirles el ánimo invitándolos a opinar sobre lo que había que hacer a continuación) y, lo más importante, bañarlos en dinero, y pronto todo estaría bien.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                No bastaba un rescate de bancos a gran escala. Estados Unidos necesitaba una reforma fundamental del sistema financiero. La Ley Dodd-Frank de 2010 ayudó un poco, pero no lo suficiente, a evitar que los bancos hicieran cosas perjudiciales; pero no hizo nada para asegurar que cumplieran la función que supuestamente tienen: por ejemplo, concentrarse más en dar crédito a las pequeñas y medianas empresas.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Pero las autoridades no hicieron lo suficiente ni siquiera para impedir que las familias pobres perdieran sus hogares. Las consecuencias políticas de estos fracasos económicos eran predecibles y fueron predichas: era evidente que había riesgo de que las víctimas de semejante afrenta recurrieran a un demagogo. Lo impredecible era que Estados Unidos consiguiera uno tan malo como Donald Trump: un misógino racista decidido a destruir el Estado de derecho dentro y fuera del país y desprestigiar a las instituciones estadounidenses encargadas de evaluar y decir la verdad, incluidos los medios de prensa.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Un estímulo fiscal de la magnitud del de diciembre de 2017 y enero de 2018 (que en ese momento la economía en realidad no necesitaba) hubiera sido mucho más potente diez años antes, cuando el desempleo era tan alto. De modo que la débil recuperación no fue resultado del “estancamiento secular”: el problema fue que el gobierno aplicó políticas inadecuadas.

                                                                                                                                Se plantea aquí una pregunta fundamental: ¿serán las tasas de crecimiento de los años venideros tan sólidas como en el pasado? Eso dependerá evidentemente del ritmo del cambio tecnológico. La inversión en investigación y desarrollo, sobre todo en investigación básica, es un factor determinante importante, pero obra con gran retraso; los recortes propuestos por el gobierno de Trump no presagian nada bueno.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                A esto hay que sumarle una gran incertidumbre. La tasa de crecimiento per cápita ha variado en gran medida en los últimos 50 años, desde un 2 o 3 % anual en la(s) década(s) de después de la Segunda Guerra Mundial hasta 0,7 % en la última década. Pero es posible que haya habido demasiado fetichismo en relación con el crecimiento; sobre todo cuando se piensa en los costos medioambientales, y aun más si ese crecimiento no aporta grandes beneficios a la inmensa mayoría de los ciudadanos.

                                                                                                                                La reflexión sobre la crisis de 2008 tiene muchas enseñanzas que ofrecernos, pero la más importante es que el problema era —y sigue siendo— político, no económico: no hay nada que necesariamente impida una gestión económica que asegure pleno empleo y prosperidad compartida. El estancamiento secular sólo fue una excusa para políticas económicas deficientes.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Hasta que no superemos el egoísmo y la miopía que definen nuestra política —especialmente en Estados Unidos con Trump y sus cómplices republicanos—, una economía al servicio de todos, no de unos pocos, seguirá siendo un sueño imposible. Incluso si el PIB aumenta, los ingresos de la mayoría de los ciudadanos seguirán estancados.

                                                                                                                                * Premio Nobel 2001 en Ciencias Económicas.

                                                                                                                                Project Syndicate 1995–2018

                                                                                                                                Nota del editor: La publicación de esta columna generó un interesante debate en una serie de columnas. Aquí los hipervínculos

                                                                                                                                1. Estancamiento secular: aclaraciones necesarias, por: Lawrence H. Summers

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                2.Estancamiento secular revisitado, por Roger E.A. Farmer

                                                                                                                                3.Más allá del estancamiento secular, por Joseph E. Stiglitz

                                                                                                                                4. Reflexiones finales sobre el estancamiento secular, por: Lawrence H. Summers

                                                                                                                                Tras la crisis financiera de 2008, algunos economistas sostuvieron que Estados Unidos (y acaso la economía mundial) padecían “estancamiento secular”, una idea que se originó después de la Gran Depresión. Las economías siempre se habían recuperado de sus caídas, pero la Gran Depresión tuvo una duración inédita. Muchos creyeron que la recuperación no hubiera sido posible sin el gasto público de la Segunda Guerra Mundial, y temían que al terminar la guerra la economía volvería a estancarse.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Los acontecimientos del año pasado mostraron la falsedad de esta idea, que nunca pareció muy verosímil. Una mal diseñada reforma tributaria regresiva y un programa de incremento del gasto con respaldo bipartidario provocaron un súbito aumento del déficit estadounidense, de cerca del 3 % a casi el 6 % del PIB, que impulsó el crecimiento a alrededor del 4 % y llevó el desempleo a un nivel mínimo en 18 años. A pesar de sus defectos, estas medidas demuestran que con apoyo fiscal suficiente es posible alcanzar el pleno empleo, incluso mientras los tipos de interés suben a niveles significativos.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Algunos advertimos en aquel momento que era probable que la caída fuera profunda y prolongada, y que se necesitaban medidas más enérgicas y diferentes de las que propuso Obama. Sospecho que el principal obstáculo fue creer que la economía sólo había experimentado una ligera desaceleración de la que se recuperaría en poco tiempo. Bastaba llevar los bancos al hospital, atenderlos bien (es decir, no pedir cuentas a los banqueros ni criticarlos, sino subirles el ánimo invitándolos a opinar sobre lo que había que hacer a continuación) y, lo más importante, bañarlos en dinero, y pronto todo estaría bien.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                No bastaba un rescate de bancos a gran escala. Estados Unidos necesitaba una reforma fundamental del sistema financiero. La Ley Dodd-Frank de 2010 ayudó un poco, pero no lo suficiente, a evitar que los bancos hicieran cosas perjudiciales; pero no hizo nada para asegurar que cumplieran la función que supuestamente tienen: por ejemplo, concentrarse más en dar crédito a las pequeñas y medianas empresas.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Pero las autoridades no hicieron lo suficiente ni siquiera para impedir que las familias pobres perdieran sus hogares. Las consecuencias políticas de estos fracasos económicos eran predecibles y fueron predichas: era evidente que había riesgo de que las víctimas de semejante afrenta recurrieran a un demagogo. Lo impredecible era que Estados Unidos consiguiera uno tan malo como Donald Trump: un misógino racista decidido a destruir el Estado de derecho dentro y fuera del país y desprestigiar a las instituciones estadounidenses encargadas de evaluar y decir la verdad, incluidos los medios de prensa.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Un estímulo fiscal de la magnitud del de diciembre de 2017 y enero de 2018 (que en ese momento la economía en realidad no necesitaba) hubiera sido mucho más potente diez años antes, cuando el desempleo era tan alto. De modo que la débil recuperación no fue resultado del “estancamiento secular”: el problema fue que el gobierno aplicó políticas inadecuadas.

                                                                                                                                Se plantea aquí una pregunta fundamental: ¿serán las tasas de crecimiento de los años venideros tan sólidas como en el pasado? Eso dependerá evidentemente del ritmo del cambio tecnológico. La inversión en investigación y desarrollo, sobre todo en investigación básica, es un factor determinante importante, pero obra con gran retraso; los recortes propuestos por el gobierno de Trump no presagian nada bueno.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                A esto hay que sumarle una gran incertidumbre. La tasa de crecimiento per cápita ha variado en gran medida en los últimos 50 años, desde un 2 o 3 % anual en la(s) década(s) de después de la Segunda Guerra Mundial hasta 0,7 % en la última década. Pero es posible que haya habido demasiado fetichismo en relación con el crecimiento; sobre todo cuando se piensa en los costos medioambientales, y aun más si ese crecimiento no aporta grandes beneficios a la inmensa mayoría de los ciudadanos.

                                                                                                                                La reflexión sobre la crisis de 2008 tiene muchas enseñanzas que ofrecernos, pero la más importante es que el problema era —y sigue siendo— político, no económico: no hay nada que necesariamente impida una gestión económica que asegure pleno empleo y prosperidad compartida. El estancamiento secular sólo fue una excusa para políticas económicas deficientes.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Hasta que no superemos el egoísmo y la miopía que definen nuestra política —especialmente en Estados Unidos con Trump y sus cómplices republicanos—, una economía al servicio de todos, no de unos pocos, seguirá siendo un sueño imposible. Incluso si el PIB aumenta, los ingresos de la mayoría de los ciudadanos seguirán estancados.

                                                                                                                                * Premio Nobel 2001 en Ciencias Económicas.

                                                                                                                                Project Syndicate 1995–2018

                                                                                                                                Nota del editor: La publicación de esta columna generó un interesante debate en una serie de columnas. Aquí los hipervínculos

                                                                                                                                1. Estancamiento secular: aclaraciones necesarias, por: Lawrence H. Summers

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                2.Estancamiento secular revisitado, por Roger E.A. Farmer

                                                                                                                                3.Más allá del estancamiento secular, por Joseph E. Stiglitz

                                                                                                                                4. Reflexiones finales sobre el estancamiento secular, por: Lawrence H. Summers

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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