Por Jeyver Rodríguez *
En respuesta al editorial del 26 de febrero de 2020, titulado “La preocupante expansión del coronavirus”.
Los humanos han alterado profundamente los hábitats y las condiciones ecológicas del planeta. Según EcoHealth, el comercio de vida silvestre crea interacciones no naturales entre las personas y los animales salvajes, y esto puede permitir la propagación de virus entre los dos. Hasta ahora, la respuesta de muchos gobiernos ha sido tratar la cuestión del coronavirus como un problema de salud pública y “seguridad global”. Varios países han activado controles aeroportuarios, cuarentenas, medidas de vigilancia epidemiológica y de salud pública para contrarrestar el riesgo de propagación del virus. Todas estas medidas son buenas pero limitadas.
“Las acciones expresan nuestras prioridades”, pensaba Gandhi. Las acciones emprendidas por muchos gobiernos para combatir el coronavirus expresan prioridades estrechas, reflejan y refuerzan la mentalidad de una sociedad temerosa que invierte grandes fondos para construir muros, pero muy poco en la construcción de estilos de vida saludables. Imponer rígidas medidas para controlar a la población puede generar más pánico y ansiedad global sin atacar el problema de raíz.
Es mejor prevenir que curar. Las enfermedades cardiovasculares, por ejemplo, se pueden combatir cambiando nuestros estilos de vida: dejar de fumar, dieta saludable y hacer deporte son cosas que marcan la diferencia. Lo mismo aplica para las enfermedades infecciosas. Necesitamos detener el tráfico animal e imponer controles sanitarios a los mercados y a la distribución de alimentos. Pero, especialmente, necesitamos repensar nuestra ética del comer. Debemos plantearnos cómo detener el tráfico y la agricultura animal y revisar las increíbles condiciones en que muchos animales son vendidos en mercados de todo el mundo.
El nuevo enfoque de salud exige pensar en enfermedades como el COVID-19 no sólo como un problema de salud pública, sino como un problema de salud planetaria. Las relaciones entre humanos y animales son la base del enfoque de ecosalud, que empieza a tener una repercusión global significativa. EcoHealth ha calculado que existen 1,67 millones de virus desconocidos. Para detener los próximos coronavirus es necesario tomar medidas profundas y de largo alcance como detener el tráfico animal, optar por un estilo de vida saludable, parar el saqueo y ecocidio de los bosques, etc. Todo esto implica considerar que nuestra salud está vinculada a la conservación de los bosques y la vida silvestre mucho más de lo que pensamos.
Para contrarrestar la “epidemia del miedo globalizado” es esencial practicar una actitud de moderación, solidaridad, precaución y cuidado ecológico colectivo. Mantener un estilo de vida saludable y estar psicológicamente preparados nos puede ayudar a enfrentar las amenazas del virus sin incurrir en actitudes alarmistas y en comportamientos discriminatorios. Este tipo de coronavirus se expande rápidamente en ciudades densamente pobladas. Una de las tareas más urgentes de la humanidad exige repensar nuestro lugar en un mundo frágil y vulnerable. Debemos reevaluar nuestro sistema alimentario en relación con los entornos, haciendo hincapié en el vínculo entre la salud humana, animal y planetaria.
* Filósofo y magíster en pedagogía.
Por Jeyver Rodríguez *
En respuesta al editorial del 26 de febrero de 2020, titulado “La preocupante expansión del coronavirus”.
Los humanos han alterado profundamente los hábitats y las condiciones ecológicas del planeta. Según EcoHealth, el comercio de vida silvestre crea interacciones no naturales entre las personas y los animales salvajes, y esto puede permitir la propagación de virus entre los dos. Hasta ahora, la respuesta de muchos gobiernos ha sido tratar la cuestión del coronavirus como un problema de salud pública y “seguridad global”. Varios países han activado controles aeroportuarios, cuarentenas, medidas de vigilancia epidemiológica y de salud pública para contrarrestar el riesgo de propagación del virus. Todas estas medidas son buenas pero limitadas.
“Las acciones expresan nuestras prioridades”, pensaba Gandhi. Las acciones emprendidas por muchos gobiernos para combatir el coronavirus expresan prioridades estrechas, reflejan y refuerzan la mentalidad de una sociedad temerosa que invierte grandes fondos para construir muros, pero muy poco en la construcción de estilos de vida saludables. Imponer rígidas medidas para controlar a la población puede generar más pánico y ansiedad global sin atacar el problema de raíz.
Es mejor prevenir que curar. Las enfermedades cardiovasculares, por ejemplo, se pueden combatir cambiando nuestros estilos de vida: dejar de fumar, dieta saludable y hacer deporte son cosas que marcan la diferencia. Lo mismo aplica para las enfermedades infecciosas. Necesitamos detener el tráfico animal e imponer controles sanitarios a los mercados y a la distribución de alimentos. Pero, especialmente, necesitamos repensar nuestra ética del comer. Debemos plantearnos cómo detener el tráfico y la agricultura animal y revisar las increíbles condiciones en que muchos animales son vendidos en mercados de todo el mundo.
El nuevo enfoque de salud exige pensar en enfermedades como el COVID-19 no sólo como un problema de salud pública, sino como un problema de salud planetaria. Las relaciones entre humanos y animales son la base del enfoque de ecosalud, que empieza a tener una repercusión global significativa. EcoHealth ha calculado que existen 1,67 millones de virus desconocidos. Para detener los próximos coronavirus es necesario tomar medidas profundas y de largo alcance como detener el tráfico animal, optar por un estilo de vida saludable, parar el saqueo y ecocidio de los bosques, etc. Todo esto implica considerar que nuestra salud está vinculada a la conservación de los bosques y la vida silvestre mucho más de lo que pensamos.
Para contrarrestar la “epidemia del miedo globalizado” es esencial practicar una actitud de moderación, solidaridad, precaución y cuidado ecológico colectivo. Mantener un estilo de vida saludable y estar psicológicamente preparados nos puede ayudar a enfrentar las amenazas del virus sin incurrir en actitudes alarmistas y en comportamientos discriminatorios. Este tipo de coronavirus se expande rápidamente en ciudades densamente pobladas. Una de las tareas más urgentes de la humanidad exige repensar nuestro lugar en un mundo frágil y vulnerable. Debemos reevaluar nuestro sistema alimentario en relación con los entornos, haciendo hincapié en el vínculo entre la salud humana, animal y planetaria.
* Filósofo y magíster en pedagogía.