¿Y cuando el periodismo no es periodismo?
Javier Duque Daza*
En respuesta al editorial del 30 de octubre de 2024, titulado “Cuidado con la indebida presión a ‘Semana’“.
Las fuentes (del periodismo) son sagradas. Esa es la premisa de la defensa que hace el editorial sobre la revista Semana. Podría responderse con una pregunta ¿es periodismo lo que hace la revista Semana? Si la respuesta es positiva, cabe la afirmación. Si es negativa, no. Asumiendo la segunda respuesta: las fuentes no son sagradas.
La revista Semana hacía periodismo de investigación, tenía un consejo serio, tenía credibilidad, contaba con algunos de los mejores columnistas del país. Se transformó en otra cosa. Desde que esta publicación cambió de dueños, la adquirió el grupo Gillisnki y se designó directora a Vicky Dávila, ya no hace periodismo. Hay principios básicos de este oficio que, en resumen del The Ethical Journalism Network, incluyen verdad y precisión, independencia, equidad e imparcialidad, humanidad, responsabilidad.
¿Si estos no se cumplen, se hace periodismo? Si aceptamos estos principios básicos, no. Si se cumplen de forma parcial, es periodismo parcializado (falla en cuanto a la imparcialidad). Si se cumple sin independencia y sirve a los intereses de sus dueños, de un partido, de un líder, de una mafia (entonces es periodismo sin independencia, corporativo, partidista o mafioso). Si se cumple faltando a la verdad, es periodismo fake news, que propaga noticias faltas o las manipula o las tergiversa o las inventa. Si es periodismo irresponsable, falta a su compromiso con la verdad, la veracidad, la transparencia.
Este último punto nos lleva al asunto de las fuentes. En investigación, las fuentes deben ser confiables, creíbles, que demuestren evidencias verificables de aquello que afirman y se deben cruzar con otras para poder contrastar versiones. Cuando se filtra información que es evidente (como un video, una grabación, fotografías, todas sometidas a pruebas técnicas de veracidad) se considera que son sagradas. Sí, siempre y cuando el correspondiente medio cumpla con los principios básicos. Si no es así, si el medio ha demostrado no tener apego por la verdad, no es independiente, ser parcializado e irresponsable, hay que exigir que revele sus fuentes.
Hay cinco hechos: (i) la revista Semana ha demostrado su cercanía con el Centro Democrático y con el que fue su Gobierno; (2) ya no hay dudas de la existencia de Pegasus; (3) esta tecnología permite expiar a personas, organizaciones, líderes, periodistas, partidos; (4) el video en cuestión corresponde a un evento en el que interactuaron muy pocas personas y de confianza; (5) la divulgación del video pretendió desprestigiar al Pacto Histórico y al candidato Petro; después también al Gobierno.
¿Es razonable pensar que la filmación fue proporcionada por el Gobierno que, usando Pegasus, cometió el delito de espiar a un partido? ¿Es razonable asumir que lo que se hizo no fue periodismo, sino un acto de campaña para favorecer a un partido y a su líder por parte una persona que, más que periodista, es una activista partidista? ¿Es razonable pedir que se revele la fuente, no del ejercicio periodístico, sino de la comisión de un delito?
Resulta muy difícil responder de forma negativa a estas preguntas.
* Profesor-Investigador Universidad del Valle, Colombia
En respuesta al editorial del 30 de octubre de 2024, titulado “Cuidado con la indebida presión a ‘Semana’“.
Las fuentes (del periodismo) son sagradas. Esa es la premisa de la defensa que hace el editorial sobre la revista Semana. Podría responderse con una pregunta ¿es periodismo lo que hace la revista Semana? Si la respuesta es positiva, cabe la afirmación. Si es negativa, no. Asumiendo la segunda respuesta: las fuentes no son sagradas.
La revista Semana hacía periodismo de investigación, tenía un consejo serio, tenía credibilidad, contaba con algunos de los mejores columnistas del país. Se transformó en otra cosa. Desde que esta publicación cambió de dueños, la adquirió el grupo Gillisnki y se designó directora a Vicky Dávila, ya no hace periodismo. Hay principios básicos de este oficio que, en resumen del The Ethical Journalism Network, incluyen verdad y precisión, independencia, equidad e imparcialidad, humanidad, responsabilidad.
¿Si estos no se cumplen, se hace periodismo? Si aceptamos estos principios básicos, no. Si se cumplen de forma parcial, es periodismo parcializado (falla en cuanto a la imparcialidad). Si se cumple sin independencia y sirve a los intereses de sus dueños, de un partido, de un líder, de una mafia (entonces es periodismo sin independencia, corporativo, partidista o mafioso). Si se cumple faltando a la verdad, es periodismo fake news, que propaga noticias faltas o las manipula o las tergiversa o las inventa. Si es periodismo irresponsable, falta a su compromiso con la verdad, la veracidad, la transparencia.
Este último punto nos lleva al asunto de las fuentes. En investigación, las fuentes deben ser confiables, creíbles, que demuestren evidencias verificables de aquello que afirman y se deben cruzar con otras para poder contrastar versiones. Cuando se filtra información que es evidente (como un video, una grabación, fotografías, todas sometidas a pruebas técnicas de veracidad) se considera que son sagradas. Sí, siempre y cuando el correspondiente medio cumpla con los principios básicos. Si no es así, si el medio ha demostrado no tener apego por la verdad, no es independiente, ser parcializado e irresponsable, hay que exigir que revele sus fuentes.
Hay cinco hechos: (i) la revista Semana ha demostrado su cercanía con el Centro Democrático y con el que fue su Gobierno; (2) ya no hay dudas de la existencia de Pegasus; (3) esta tecnología permite expiar a personas, organizaciones, líderes, periodistas, partidos; (4) el video en cuestión corresponde a un evento en el que interactuaron muy pocas personas y de confianza; (5) la divulgación del video pretendió desprestigiar al Pacto Histórico y al candidato Petro; después también al Gobierno.
¿Es razonable pensar que la filmación fue proporcionada por el Gobierno que, usando Pegasus, cometió el delito de espiar a un partido? ¿Es razonable asumir que lo que se hizo no fue periodismo, sino un acto de campaña para favorecer a un partido y a su líder por parte una persona que, más que periodista, es una activista partidista? ¿Es razonable pedir que se revele la fuente, no del ejercicio periodístico, sino de la comisión de un delito?
Resulta muy difícil responder de forma negativa a estas preguntas.
* Profesor-Investigador Universidad del Valle, Colombia