El reto de la atención en las casas de abuelos en tiempos de coronavirus
En Zamora, provincia de Castilla y León, una joven médica colombiana permanece confinada con 124 ancianos. “La única manera de protegerlos era quedarme con ellos”, relata, al tiempo que advierte sobre la necesidad de blindar cuanto antes estos centros en Colombia.
- Redacción salud
Se hizo médica porque quería ayudar a la gente. Lo aprendió inicialmente relacionándose con sus pacientes a través de la consulta externa, pero luego reforzó su convicción cuando tuvo la opción de trabajar en oncología. Con el objetivo de volverse anestesióloga y experta en fin de vida y control del dolor, en 2018 viajó a España. Hoy, sin esperarlo, está en el centro de la crisis por la expansión del coronavirus, pero de forma inesperada cumpliendo su deber desde uno de los escenarios más críticos: las casas geriátricas. (Vea aquí toda la información sobre coronavirus)
Se trata de Valentina Santacoloma, una médica egresada de la Universidad de Manizales, quien después de trabajar un tiempo en Medellín, viajó a España en busca de especialización, y hoy es una de tres profesionales que permanece atenta a 124 personas entre los 64 y 103 años en una casa de atención de ancianos en la provincia de Zamora, de la comunidad autónoma de Castilla y León. Junto a un colega colombiano y otro cubano, saben del peligro que acecha a sus pacientes, pero los cuidan como si fueran sus propios abuelos.
“Ellos ven la televisión, no podemos evitarlo, y después hacen preguntas. No se trata de ocultarles la verdad, pero preferimos que hablen de otros temas. Les hacen falta sus familias, pero también saben que cualquier contacto externo es un factor de riesgo”, comenta. Por eso, los directivos de la cadena de residencias geriátricas que maneja 16 casas en España, optaron por una solución dura pero inteligente: que enfermeras, auxiliares y médicos no volvieran a salir. Valentina aceptó el desafío y pasa sus días y noches atenta a sus pacientes. (Puede leer: Lecciones que Colombia puede aprender sobre la estrategia de España frente al coronavirus)
Había que encerrarse con ellos y hoy, además de su oficio médico, ayuda al personal de apoyo a repartir la alimentación, da de comer a los pacientes o los induce a caminar por los pasillos mientras se pueda. “Todo está restringido por estos días. No se pueden hacer muchas terapias de grupo. Tampoco existe asistencia al gimnasio. Las actividades lúdicas quedaron aplazadas hasta nueva orden. La mayoría del día los pacientes permanecen en sus habitaciones, pero esos cuidados extremos son determinantes para salvaguardarlos”, añade la médica.
La médica manizaleña cuenta cómo se fueron dando las cosas. “A principios de enero empezaron los rumores. Poco a poco se impuso una extraña calma, entre consejos de unos y otros. Algunos manifestaban que era un catarro común, de mayor propagación por el cambio de las estaciones, pero cuando llegaron noticias de Italia, ya era demasiado tarde. Entonces se inició el pánico colectivo”, dice. Antes de la crisis, Valentina disfrutaba el paisaje de seis kilómetros enmarcado por el río Duero. Ahora ya no puede. (Le puede interesar: El nuevo coronavirus no tiene hebras del VIH, ni de tuberculosis, ni de malaria)
“Era plácido contemplar el horizonte de castillos y murallas, y cuando me propusieron que me quedara confinada con los pacientes me pareció difícil. Pero de inmediato entendí que es la única manera de contener el coronavirus. Ahora, sin contacto alguno con el exterior, y con todo el amor posible, cuido a los ancianos y otros pacientes con problemas cognitivos”, recalca Valentina. “Lo que hay es trabajo, pero aquí los estamos protegiendo. Tengo una paciente de 103 años que es la más activa. Muy conversadora y sin asomo de miedo”, confiesa.
En medio de sus realizaciones como profesional, la médica tiene claro su recetario de estrictas recomendaciones por si el coronavirus impacta fuerte en Colombia: “Hay que empezar a preparar al personal que atiende las casas geriátricas. Deben existir ventiladores de manera permanente. Así suene duro, hay que distanciar a los abuelos de los niños, aunque muchos de ellos los cuidan, los factores de transmisión son mayores. Las enfermeras, los fisioterapeutas deben asumir que aquí lo que se requiere es cuidado crítico”, concluye. (Podría leer: En vivo: van 13 muertos y 798 casos por COVID-19 en Colombia)
* Estamos cubriendo de manera responsable esta pandemia, parte de eso es dejar sin restricción todos los contenidos sobre el tema que puedes consultar en el especial sobre Coronavirus.
Se hizo médica porque quería ayudar a la gente. Lo aprendió inicialmente relacionándose con sus pacientes a través de la consulta externa, pero luego reforzó su convicción cuando tuvo la opción de trabajar en oncología. Con el objetivo de volverse anestesióloga y experta en fin de vida y control del dolor, en 2018 viajó a España. Hoy, sin esperarlo, está en el centro de la crisis por la expansión del coronavirus, pero de forma inesperada cumpliendo su deber desde uno de los escenarios más críticos: las casas geriátricas. (Vea aquí toda la información sobre coronavirus)
Se trata de Valentina Santacoloma, una médica egresada de la Universidad de Manizales, quien después de trabajar un tiempo en Medellín, viajó a España en busca de especialización, y hoy es una de tres profesionales que permanece atenta a 124 personas entre los 64 y 103 años en una casa de atención de ancianos en la provincia de Zamora, de la comunidad autónoma de Castilla y León. Junto a un colega colombiano y otro cubano, saben del peligro que acecha a sus pacientes, pero los cuidan como si fueran sus propios abuelos.
“Ellos ven la televisión, no podemos evitarlo, y después hacen preguntas. No se trata de ocultarles la verdad, pero preferimos que hablen de otros temas. Les hacen falta sus familias, pero también saben que cualquier contacto externo es un factor de riesgo”, comenta. Por eso, los directivos de la cadena de residencias geriátricas que maneja 16 casas en España, optaron por una solución dura pero inteligente: que enfermeras, auxiliares y médicos no volvieran a salir. Valentina aceptó el desafío y pasa sus días y noches atenta a sus pacientes. (Puede leer: Lecciones que Colombia puede aprender sobre la estrategia de España frente al coronavirus)
Había que encerrarse con ellos y hoy, además de su oficio médico, ayuda al personal de apoyo a repartir la alimentación, da de comer a los pacientes o los induce a caminar por los pasillos mientras se pueda. “Todo está restringido por estos días. No se pueden hacer muchas terapias de grupo. Tampoco existe asistencia al gimnasio. Las actividades lúdicas quedaron aplazadas hasta nueva orden. La mayoría del día los pacientes permanecen en sus habitaciones, pero esos cuidados extremos son determinantes para salvaguardarlos”, añade la médica.
La médica manizaleña cuenta cómo se fueron dando las cosas. “A principios de enero empezaron los rumores. Poco a poco se impuso una extraña calma, entre consejos de unos y otros. Algunos manifestaban que era un catarro común, de mayor propagación por el cambio de las estaciones, pero cuando llegaron noticias de Italia, ya era demasiado tarde. Entonces se inició el pánico colectivo”, dice. Antes de la crisis, Valentina disfrutaba el paisaje de seis kilómetros enmarcado por el río Duero. Ahora ya no puede. (Le puede interesar: El nuevo coronavirus no tiene hebras del VIH, ni de tuberculosis, ni de malaria)
“Era plácido contemplar el horizonte de castillos y murallas, y cuando me propusieron que me quedara confinada con los pacientes me pareció difícil. Pero de inmediato entendí que es la única manera de contener el coronavirus. Ahora, sin contacto alguno con el exterior, y con todo el amor posible, cuido a los ancianos y otros pacientes con problemas cognitivos”, recalca Valentina. “Lo que hay es trabajo, pero aquí los estamos protegiendo. Tengo una paciente de 103 años que es la más activa. Muy conversadora y sin asomo de miedo”, confiesa.
En medio de sus realizaciones como profesional, la médica tiene claro su recetario de estrictas recomendaciones por si el coronavirus impacta fuerte en Colombia: “Hay que empezar a preparar al personal que atiende las casas geriátricas. Deben existir ventiladores de manera permanente. Así suene duro, hay que distanciar a los abuelos de los niños, aunque muchos de ellos los cuidan, los factores de transmisión son mayores. Las enfermeras, los fisioterapeutas deben asumir que aquí lo que se requiere es cuidado crítico”, concluye. (Podría leer: En vivo: van 13 muertos y 798 casos por COVID-19 en Colombia)
* Estamos cubriendo de manera responsable esta pandemia, parte de eso es dejar sin restricción todos los contenidos sobre el tema que puedes consultar en el especial sobre Coronavirus.