Así es como los servicios en la nube seguirán expandiendo su imperio
Este es un sector altamente competido, con jugadores como Amazon y Google, que tendrá que redefinirse de cara a las tecnologías del futuro.
Santiago La Rotta
“¿Cómo diferencias a un buen amigo de un mal amigo? El buen amigo es el que no va a dejar que tu empresa invierta en centros de datos”. El chiste lo cuenta Ricardo Rentería, quien es gerente de ventas de Amazon Web Services (AWS), el brazo de Amazon que se dedica a la computación en la nube.
Claro, es un chiste de nicho y por fuera del público correcto puede resultar una broma floja, pero que igual dice algo muy cierto en el fondo: los negocios en la nube son uno de los sectores de tecnología que más está creciendo actualmente. Para 2019 se estima que la inversión pública en servicios de almacenamiento y computación en la nube sea superior a US$141.00 millones; esta inversión crecerá 20% cada año entre 2015 y 2019.
Estas son cifras que con seguridad tienen claras los ejecutivos de AWS, quienes recibieron muy buenas noticias esta semana: mientras los ingresos operativos de Amazon fueron, para el primer cuarto fiscal del año, de US$588 millones, los de AWS llegaron a US$604 millones.
Sí, se trata de dos compañías con operaciones bien diferentes, pues buena parte del crecimiento y la inversión de Amazon se gasta en asuntos logísticos, mientras que AWS vive sin tantos requerimientos físicos, por llamarlos de alguna forma, algo que le permite crecer más rápido. Pero el número es revelador en la medida en la que da cuenta de un negocio que no solo se mantiene saludable, sino que crece: las ganancias de AWS durante este periodo fueron de US$2.500 millones, mientras que un año atrás llegaron a US$1.500 millones.
Para 2016, AWS espera que sus ganancias anuales sean de US$10.000 millones. Y para esto está invirtiendo en una expansión agresiva en la que Latinoamérica juega un papel fundamental, a juzgar por las declaraciones del mismo Rentería y de Adam Fitzgerald, cabeza global de Developer Marketing de la empresa.
Recientemente, la compañía realizó en Bogotá un evento para hablar de sus estrategias y ventas con sus clientes. Al menos 1.000 personas estaban planilladas para el evento. En Colombia, instituciones como el Icfes utilizan los servicios de la empresa para almacenamiento y procesamiento de información.
“Operar en una escala global nos ha permitido aprender lecciones. Es algo que necesariamente se da a través del ensayo y el error, pues no hay un algoritmo para la experiencia”, dice Fitzgerald. Lecciones como no comprar hardware para centros de datos, sino hacer sus propios equipos para sus necesidades específicas, como invertir en programación y desarrollo de software, pues cada servicio tiene una necesidad diferente de código.
Hoy la empresa tiene más de 50 servicios que no tienen que ver, necesariamente, con almacenamiento. Y las áreas en donde hay más desarrollo son las de servicios de analítica, aprendizaje de máquinas e incluso inteligencia artificial. Todo esto aplicado a la vasta cantidad de información que pasa a través de los servidores de AWS. Fitzgerald cuenta que “por ejemplo, estamos aplicando técnicas de aprendizaje de máquinas para clientes que están en el área de ventas, en retail. Esto nos ayuda a detectar fraudes en comercio electrónico o anomalías en las redes”.
Una de las apuestas en tecnología del futuro que más se está moviendo actualmente es internet de las cosas (IoT), un asunto que está íntimamente relacionado con la nube y con el procesamiento de información. Se estima que más del 80% de los datos que se producirán bajo el esquema de IoT son datos no estructurados: no vienen en una hoja de cálculo o su indexación en una base de datos no ocurre naturalmente. (Lea acerca de la apuesta de Colombia en IoT)
El procesamiento de esta información parece ser casi un sinónimo de computación en la nube. “Apenas estamos aprendiendo qué posibilidades y alcance tendrá esta tecnología. De entrada sabemos que uno de los grandes retos tiene que ver con la seguridad en temas como la emisión de certificados entre dispositivos”, dice Fitzgerald.
La expansión de la nube no sólo ha creado un gran mercado para las compañías de tecnología, sino también para los clientes de empresas como AWS, que hoy incluye nombres como BMW, John Deere, Airbnb o Slack, una aplicación de mensajería que busca reemplazar el correo electrónico (y parece, hasta cierto punto, estarlo logrando).
Fitzgerald y Ríos cuentan que una parte de su mercado incluye, no sólo clientes directos, sino también una especie de subarrendatarios. La cosa funciona así: una empresa compra determinada capacidad de procesamiento por un tiempo. Pero resulta que sus picos de trabajo le dejan espacio libre entre, por decir, 3:00 a.m. y 5:00 a.m. Entonces, el procesamiento que no está usando en ese periodo se lo alquila a un tercero que, quizá, necesita manejar un volumen menor de información. Este servicio, para el tercero, resulta ser más barato que si lo adquiriera directamente de AWS y en todo el ciclo no sólo hay ganancias para una compañía, sino para dos.
A pesar de sus ventajas, el mantra de alquilar espacio en la nube parece no ser la solución para todos los problemas. El mes pasado, Dropbox hizo públicos detalles de cómo ha construido sus propios centros de datos, utilizando una nueva tecnología para discos duros de alta densidad que le permite manejar más eficientemente su información. La información fue reportada, en un primer momento, por la revista Wired.
Y esta es toda una declaración de principios si se tiene en cuenta que Dropbox es, en esencia, una compañía en la nube y un antiguo cliente de AWS.
Ahora, puede que las compañías que tengan necesidades tan intensivas de procesamiento de datos apenas sean un puñado y un puñado aún más reducido si se tiene en cuenta que alquilar espacio en la nube es significativamente más barato que crear una nube propia. Pero ese es un estado actual de las cosas. Hacia el futuro, la entrada de cosas como IoT promete alterar este panorama.
Después de dispositivos personales, como celulares, la nube puede ser uno de los sectores más disputados de cara al futuro. Será una dura competencia, pero que, en últimas, puede traer ventajas interesantes para los usuarios.
“¿Cómo diferencias a un buen amigo de un mal amigo? El buen amigo es el que no va a dejar que tu empresa invierta en centros de datos”. El chiste lo cuenta Ricardo Rentería, quien es gerente de ventas de Amazon Web Services (AWS), el brazo de Amazon que se dedica a la computación en la nube.
Claro, es un chiste de nicho y por fuera del público correcto puede resultar una broma floja, pero que igual dice algo muy cierto en el fondo: los negocios en la nube son uno de los sectores de tecnología que más está creciendo actualmente. Para 2019 se estima que la inversión pública en servicios de almacenamiento y computación en la nube sea superior a US$141.00 millones; esta inversión crecerá 20% cada año entre 2015 y 2019.
Estas son cifras que con seguridad tienen claras los ejecutivos de AWS, quienes recibieron muy buenas noticias esta semana: mientras los ingresos operativos de Amazon fueron, para el primer cuarto fiscal del año, de US$588 millones, los de AWS llegaron a US$604 millones.
Sí, se trata de dos compañías con operaciones bien diferentes, pues buena parte del crecimiento y la inversión de Amazon se gasta en asuntos logísticos, mientras que AWS vive sin tantos requerimientos físicos, por llamarlos de alguna forma, algo que le permite crecer más rápido. Pero el número es revelador en la medida en la que da cuenta de un negocio que no solo se mantiene saludable, sino que crece: las ganancias de AWS durante este periodo fueron de US$2.500 millones, mientras que un año atrás llegaron a US$1.500 millones.
Para 2016, AWS espera que sus ganancias anuales sean de US$10.000 millones. Y para esto está invirtiendo en una expansión agresiva en la que Latinoamérica juega un papel fundamental, a juzgar por las declaraciones del mismo Rentería y de Adam Fitzgerald, cabeza global de Developer Marketing de la empresa.
Recientemente, la compañía realizó en Bogotá un evento para hablar de sus estrategias y ventas con sus clientes. Al menos 1.000 personas estaban planilladas para el evento. En Colombia, instituciones como el Icfes utilizan los servicios de la empresa para almacenamiento y procesamiento de información.
“Operar en una escala global nos ha permitido aprender lecciones. Es algo que necesariamente se da a través del ensayo y el error, pues no hay un algoritmo para la experiencia”, dice Fitzgerald. Lecciones como no comprar hardware para centros de datos, sino hacer sus propios equipos para sus necesidades específicas, como invertir en programación y desarrollo de software, pues cada servicio tiene una necesidad diferente de código.
Hoy la empresa tiene más de 50 servicios que no tienen que ver, necesariamente, con almacenamiento. Y las áreas en donde hay más desarrollo son las de servicios de analítica, aprendizaje de máquinas e incluso inteligencia artificial. Todo esto aplicado a la vasta cantidad de información que pasa a través de los servidores de AWS. Fitzgerald cuenta que “por ejemplo, estamos aplicando técnicas de aprendizaje de máquinas para clientes que están en el área de ventas, en retail. Esto nos ayuda a detectar fraudes en comercio electrónico o anomalías en las redes”.
Una de las apuestas en tecnología del futuro que más se está moviendo actualmente es internet de las cosas (IoT), un asunto que está íntimamente relacionado con la nube y con el procesamiento de información. Se estima que más del 80% de los datos que se producirán bajo el esquema de IoT son datos no estructurados: no vienen en una hoja de cálculo o su indexación en una base de datos no ocurre naturalmente. (Lea acerca de la apuesta de Colombia en IoT)
El procesamiento de esta información parece ser casi un sinónimo de computación en la nube. “Apenas estamos aprendiendo qué posibilidades y alcance tendrá esta tecnología. De entrada sabemos que uno de los grandes retos tiene que ver con la seguridad en temas como la emisión de certificados entre dispositivos”, dice Fitzgerald.
La expansión de la nube no sólo ha creado un gran mercado para las compañías de tecnología, sino también para los clientes de empresas como AWS, que hoy incluye nombres como BMW, John Deere, Airbnb o Slack, una aplicación de mensajería que busca reemplazar el correo electrónico (y parece, hasta cierto punto, estarlo logrando).
Fitzgerald y Ríos cuentan que una parte de su mercado incluye, no sólo clientes directos, sino también una especie de subarrendatarios. La cosa funciona así: una empresa compra determinada capacidad de procesamiento por un tiempo. Pero resulta que sus picos de trabajo le dejan espacio libre entre, por decir, 3:00 a.m. y 5:00 a.m. Entonces, el procesamiento que no está usando en ese periodo se lo alquila a un tercero que, quizá, necesita manejar un volumen menor de información. Este servicio, para el tercero, resulta ser más barato que si lo adquiriera directamente de AWS y en todo el ciclo no sólo hay ganancias para una compañía, sino para dos.
A pesar de sus ventajas, el mantra de alquilar espacio en la nube parece no ser la solución para todos los problemas. El mes pasado, Dropbox hizo públicos detalles de cómo ha construido sus propios centros de datos, utilizando una nueva tecnología para discos duros de alta densidad que le permite manejar más eficientemente su información. La información fue reportada, en un primer momento, por la revista Wired.
Y esta es toda una declaración de principios si se tiene en cuenta que Dropbox es, en esencia, una compañía en la nube y un antiguo cliente de AWS.
Ahora, puede que las compañías que tengan necesidades tan intensivas de procesamiento de datos apenas sean un puñado y un puñado aún más reducido si se tiene en cuenta que alquilar espacio en la nube es significativamente más barato que crear una nube propia. Pero ese es un estado actual de las cosas. Hacia el futuro, la entrada de cosas como IoT promete alterar este panorama.
Después de dispositivos personales, como celulares, la nube puede ser uno de los sectores más disputados de cara al futuro. Será una dura competencia, pero que, en últimas, puede traer ventajas interesantes para los usuarios.