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Como muchos otros, Mark Zuckerberg hace una lista de propósitos para cada año. Como pocos, el fundador y CEO de Facebook suele cumplirlos. Una de las tareas que se trazó Zuckerberg para 2016 podría señalar nuevos enfoques para el desarrollo de los asistentes personales (como Siri o Alexa) y en general para el diseño de la internet de las cosas, especialmente en lo que tiene que ver con casas inteligentes.
Zuckerberg dedicó tiempo de su año para construir su propia versión de asistente personal para su casa, un proyecto que involucra inteligencia artificial y dispositivos inteligentes para, por ejemplo, controlar quién tiene acceso a su residencia, monitorear si su hija está despierta o prender remotamente una tostadora, todo desde su computador y iPhone.
Zuckerberg nombró Jarvis a su proyecto, como el asistente virtual que tiene Tony Stark en Iron Man.
Facebook no está en el negocio de los sistemas para casas inteligentes (no aún, al menos), pero sí está en medio del desarrollo de mejor inteligencia artificial (IA), particularmente en dos áreas vitales hoy: reconocimiento de imágenes y procesamiento de lenguaje.
Estos son dos de los filones en los que más trabaja cualquier jugador que esté en el campo de la inteligencia artificial orientada al consumidor. Estamos hablando de Amazon, Apple, Google y, claro, Facebook.
Entonces, ¿qué aprendió Zuckerberg? Primero, un asunto que no resulta nuevo, pero que aún se encuentra en un camino precario de solucionarse. La internet de las cosas necesita un lenguaje común, un estándar de la industria para escribir el código necesario para conectar dispositivos a la red, pero también para interconectarlos con otros aparatos y sistemas.
Google, Apple y Amazon tienen herramientas para construir estos ambientes, pero en últimas son lenguajes que aplican para los dispositivos de cada una de estas empresas. O sea, es un poco como la división que hay entre iOS y Android en teléfonos celulares, sólo que en este caso hay una fractura potencialmente más grande, lo que no contribuye a encontrar un terreno común para interconectar dispositivos en una casa inteligente.
Zuckerberg escribió esta semana al respecto: “Antes de que pudiera construir una IA, primero necesitaba programar código para conectar estos sistemas, que utilizan diferentes lenguajes y protocolos. (…) Tuve que hacer ingeniería inversa con algunos de éstos para siquiera llegar al punto de escribir un comando desde mi computador y prender las luces o reproducir una canción”.
Otra de las enseñanzas de Jarvis es que la interacción entre el usuario y el sistema a través de la voz es útil, pero no siempre la deseada. Si hay un grupo de personas, es un poco extraño gritar un comando como “poner música” para, probablemente, escuchar una respuesta a todo volumen que diga algo como “no entiendo el comando” o “¿qué tipo de música?”.
En este punto, el tema pareciera girar un poco hacia el lado del mercadeo, pues la solución de Zuckerberg fue programar el sistema para recibir comandos escritos a través del computador, claro, pero también a través de Messenger, la aplicación de mensajería instantánea de Facebook que tiene incorporada la posibilidad de interactuar con asistentes virtuales.
Y sí, resulta muy conveniente para el CEO de Facebook hablar de Messenger, pero también podría señalar un probable camino para encontrar una plataforma común de interacción entre diferentes dispositivos. A fin de cuentas, la aplicación tiene una base de usuarios activos de más de 1.000 millones de personas.
Otro de los descubrimientos de Zuckerberg es que el usuario probablemente interactúe con estos sistemas mediante comandos que, por decirlo de cierta forma, pueden ser más vagos y ambiguos de lo esperado: “Prende las luces”. “¿De dónde? ¿Toda la casa?”.
Esto significa que la IA debe absorber más información de contexto para resolver mejor los requerimientos que no vienen con instrucciones específicas y que tal vez sea la forma más común de pedido de un usuario.
Y aquí el asunto se torna más interesante, pero también más asustador, porque implica que el sistema debe monitorear más variables, recolectar más información y analizarla. Cosas como reconocer quién está en qué lugar de la casa para saber cuál es el cuarto que debe iluminar y cuál no (probablemente no en donde haya una bebé durmiendo).
Esto puede significar avances en reconocimiento de imágenes e interconexión de cámaras inteligentes, pero también abre la puerta a problemas de seguridad y privacidad.
La multiplicación de dispositivos conectados a internet es también la multiplicación de puntos de acceso a la red, puertas que no siempre están bien resguardadas y que, en un mundo interconectado, pueden suponer una pesadilla.