Las raíces de María Camila Osorio, la guerrera del tenis colombiano
La cucuteña es nieta de Rolando Serrano, hombre importante en la selección colombiana en el Mundial de 1962. Su padre y hermano también pasaron por el fútbol. Está nominada el premio de Deportista del Año de El Espectador y Movistar 2021
Thomas Blanco
Un árbol genealógico de deportistas. Empezando por su abuelo: Rolando el Loco Serrano, volante de la selección colombiana en el primer mundial de fútbol al que asistió el país: Chile 1962. “Cuando va a la casa, aparte de llorar y emocionarse al verme, me habla mucho: me dice que soy una berraca y que puedo llegar muy lejos”, dice María Camila Osorio, la mejor raqueta de Colombia. “Y también me alienta diciéndome que soy toda una Serrano”.
Y a la vez toda una Osorio: Juan Carlos, su padre, jugó en las divisiones menores del Cúcuta Deportivo. Y Juan Sebastián, su hermano mayor, era el capitán del Fortaleza FC, club de la segunda división del fútbol colombiano. “Literalmente yo tenía que hacer algo [risas]. Ahora no sé en qué equipo está, es que ha estado lesionado; esperemos que se recupere para darla full. Y pronto en la selección, ya verán [más risas]”.
Y es que para María Camila no existen el protocolo, la pena ni las reservas en las entrevistas. Lo de ella es sonreír, meterle alegría a la vida. Y disfrutar, otro verbo que traslada a la cancha. El próximo 22 de diciembre, en el “mes de la party” cumplirá 20 años y dejará el que ha sido el mejor año de su carrera: fue campeona de la Copa Colsánitas, llegó a tercera ronda de Wimbledon y fue finalista del WTA 250 de Tenerife. Osorio le dio a Colombia en 2020 el primer título en modalidad de sencillos en un Grand Slam al ganar el US Open Junior. Una actuación memorable del país en el US Open, pues Juan Sebastián Cabal y Robert Farah esa vez fueron campeones en dobles masculinos.
Lea: “María Camila Osorio tiene un abanico de jugadas como en el ajedrez”: entrevista con su entrenador
Su trajín en el tenis empezó a los seis años, cuando con su familia vio un cartel de Fabiola Zuluaga, la mejor tenista colombiana de la historia, en la escuela de Édgar Muñoz, quien fue su entrenador. No dudó en inscribirse.
“Y cuando llegué lo primero que le dije era que tenía que bajar esa foto de Fabiola, porque yo iba a ser la mejor. Desde pequeña siempre quise llegar a ser profesional, siempre lo supe. A veces me acuerdo de esa niña con tantos sueños que hoy se están cumpliendo”, dice María Camila, quien ya ha tenido la oportunidad de entrenarse varias veces con la semifinalista del Abierto de Australia 2004 y con la que llegó a ser la decimosexta mejor tenista del mundo.
A los once años se fue a vivir a Miami junto a otra de las grandes promesas del tenis colombiano: Nicolás Mejía. Llegaron a la casa de la hermana de Nicolás, Gabriela, quien es entrenadora de IMG, una de las academias más reconocidas del mundo. Y su esposo, Juan Mateus, fue su entrenador.
“Nico se ha vuelto como un hermano mayor para mí, el clásico cansón [risas]. Me sacaba mucho la piedra, pero luego lo extrañé mucho. Fue difícil dejar la casa y no estar con mi familia. Gracias a Dios me recibieron muy bien, me tuvieron como una hermana más. ¡Ay donde no! Hubiera sido muy triste [risas]”. (Lea: Nicolás Mejía, el futuro del tenis colombiano).
¿Su sueño frustrado? Ser cantante. Pero aprender a tocar el ukelele es el pasatiempo que más la apasiona. “Uff, yo amo cantar. Lo que pasa es que me escucho mal. Y me dije: acá no tengo futuro, me tocó el tenis porque qué más [risas]”.
Otra de las cosas que hace en sus tiempos libres es ver videos en internet. Escarbar: mirar, imitar. Aprender. Sobre todo de su ídolo, Roger Federer. De mujeres le gusta el juego de Serena Williams y Simona Halep, pero no tiene un modelo a seguir. “Son mis rivales, ídola ninguna, toca competir contra ellas”.
Lea: Emiliana Arango y María Camila Osorio, el futuro del tenis femenino
María Camila Osorio, Emiliana Arango, Nicolás Mejía y Daniel Galán son la portada del recambio generacional del tenis colombiano. Y la cucuteña, miembro del equipo Colsanitas, es consciente de que los títulos de Wimbledon y del US Open de Juan Sebastián Cabal y Robert Farah, torneos los que los vio en primera fila, fue el punto de quiebre del deporte blanco en el país. “Estoy muy orgullosa de ellos. Tenerlos ahí, como los número uno del mundo, no es cualquier cosa. Nos hacen creer que podemos llegar. Y si ellos pudieron, nosotros también”, cierra la mejor tenista del país. Quiere ser la dueña de ese cartel simbólico de la escuela de Édgar Muñoz: el que la acreditaría como la mejor tenista en la historia de Colombia.
La tenista nortesantandereana es una de las nominadas al premio del Deportista del Año de El Espectador y Movistar, que se entregará el lunes 6 de diciembre, en Connecta, en Bogotá.
Un árbol genealógico de deportistas. Empezando por su abuelo: Rolando el Loco Serrano, volante de la selección colombiana en el primer mundial de fútbol al que asistió el país: Chile 1962. “Cuando va a la casa, aparte de llorar y emocionarse al verme, me habla mucho: me dice que soy una berraca y que puedo llegar muy lejos”, dice María Camila Osorio, la mejor raqueta de Colombia. “Y también me alienta diciéndome que soy toda una Serrano”.
Y a la vez toda una Osorio: Juan Carlos, su padre, jugó en las divisiones menores del Cúcuta Deportivo. Y Juan Sebastián, su hermano mayor, era el capitán del Fortaleza FC, club de la segunda división del fútbol colombiano. “Literalmente yo tenía que hacer algo [risas]. Ahora no sé en qué equipo está, es que ha estado lesionado; esperemos que se recupere para darla full. Y pronto en la selección, ya verán [más risas]”.
Y es que para María Camila no existen el protocolo, la pena ni las reservas en las entrevistas. Lo de ella es sonreír, meterle alegría a la vida. Y disfrutar, otro verbo que traslada a la cancha. El próximo 22 de diciembre, en el “mes de la party” cumplirá 20 años y dejará el que ha sido el mejor año de su carrera: fue campeona de la Copa Colsánitas, llegó a tercera ronda de Wimbledon y fue finalista del WTA 250 de Tenerife. Osorio le dio a Colombia en 2020 el primer título en modalidad de sencillos en un Grand Slam al ganar el US Open Junior. Una actuación memorable del país en el US Open, pues Juan Sebastián Cabal y Robert Farah esa vez fueron campeones en dobles masculinos.
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Su trajín en el tenis empezó a los seis años, cuando con su familia vio un cartel de Fabiola Zuluaga, la mejor tenista colombiana de la historia, en la escuela de Édgar Muñoz, quien fue su entrenador. No dudó en inscribirse.
“Y cuando llegué lo primero que le dije era que tenía que bajar esa foto de Fabiola, porque yo iba a ser la mejor. Desde pequeña siempre quise llegar a ser profesional, siempre lo supe. A veces me acuerdo de esa niña con tantos sueños que hoy se están cumpliendo”, dice María Camila, quien ya ha tenido la oportunidad de entrenarse varias veces con la semifinalista del Abierto de Australia 2004 y con la que llegó a ser la decimosexta mejor tenista del mundo.
A los once años se fue a vivir a Miami junto a otra de las grandes promesas del tenis colombiano: Nicolás Mejía. Llegaron a la casa de la hermana de Nicolás, Gabriela, quien es entrenadora de IMG, una de las academias más reconocidas del mundo. Y su esposo, Juan Mateus, fue su entrenador.
“Nico se ha vuelto como un hermano mayor para mí, el clásico cansón [risas]. Me sacaba mucho la piedra, pero luego lo extrañé mucho. Fue difícil dejar la casa y no estar con mi familia. Gracias a Dios me recibieron muy bien, me tuvieron como una hermana más. ¡Ay donde no! Hubiera sido muy triste [risas]”. (Lea: Nicolás Mejía, el futuro del tenis colombiano).
¿Su sueño frustrado? Ser cantante. Pero aprender a tocar el ukelele es el pasatiempo que más la apasiona. “Uff, yo amo cantar. Lo que pasa es que me escucho mal. Y me dije: acá no tengo futuro, me tocó el tenis porque qué más [risas]”.
Otra de las cosas que hace en sus tiempos libres es ver videos en internet. Escarbar: mirar, imitar. Aprender. Sobre todo de su ídolo, Roger Federer. De mujeres le gusta el juego de Serena Williams y Simona Halep, pero no tiene un modelo a seguir. “Son mis rivales, ídola ninguna, toca competir contra ellas”.
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María Camila Osorio, Emiliana Arango, Nicolás Mejía y Daniel Galán son la portada del recambio generacional del tenis colombiano. Y la cucuteña, miembro del equipo Colsanitas, es consciente de que los títulos de Wimbledon y del US Open de Juan Sebastián Cabal y Robert Farah, torneos los que los vio en primera fila, fue el punto de quiebre del deporte blanco en el país. “Estoy muy orgullosa de ellos. Tenerlos ahí, como los número uno del mundo, no es cualquier cosa. Nos hacen creer que podemos llegar. Y si ellos pudieron, nosotros también”, cierra la mejor tenista del país. Quiere ser la dueña de ese cartel simbólico de la escuela de Édgar Muñoz: el que la acreditaría como la mejor tenista en la historia de Colombia.
La tenista nortesantandereana es una de las nominadas al premio del Deportista del Año de El Espectador y Movistar, que se entregará el lunes 6 de diciembre, en Connecta, en Bogotá.