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A sus escasos 32 años, el abogado Leonardo Luis Pinilla Gómez se convirtió en protagonista del peor escándalo de corrupción que ha sacudido a la Corte Suprema de Justicia: el llamado cartel de la toga. Tras su extradición a los Estados Unidos, el pasado 17 de mayo, junto con el exfiscal anticorrupción Luis Gustavo Moreno, se abrió formalmente en ese país el expediente que tiene en Colombia a varios “intocables” rindiendo explicaciones ante la justicia. Esa misma que años atrás representaban. En esta, su primera entrevista con un medio de comunicación, Pinilla suelta sus verdades y le canta la tabla al exgobernador Alejandro Lyons, cabeza de una mafia que desangró a Córdoba. Así se despachó Pinilla con El Espectador, en esta entrevista exclusiva vía correo electrónico que contestó desde una prisión federal en Miami.
Usted es protagonista del peor escándalo de corrupción en la justicia de Colombia. Antes de que nos metamos en asuntos más gruesos, ¿cómo se encuentra?
Ha sido un proceso supremamente difícil, de mucha oración y autorreflexión para soportar lo que he pasado y estoy pasando. Anímicamente estoy muy decaído y moralmente devastado.
¿Su familia cómo está, cómo ha capoteado semejante lío?
Mi familia es una bendición y todos somos muy unidos y, al igual que mi pareja, ha sido mi sostén en esta difícil situación. Sé que han estado viviendo esta dolorosísima experiencia junto a mí. Les quisiera decir que los amo, que agradezco el apoyo que me han dado inmensamente y que nunca fue mi intención herirlos, exponerlos o avergonzarlos. Les pido que me perdonen por haberlos hecho pasar por todo esto.
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Algunos medios han especulado sobre su fortuna. ¿Se enriqueció, como dicen, o se la “jugó” por bastante poco?
Soy abogado desde el año 2009 y lo único que tengo como patrimonio es un apartaestudio y dos carros, uno modelo 2011 y otro modelo 2013, producto de mi trabajo profesional, por lo que no se debería hablar de una fortuna que no existe. Y me la “jugué” por la amistad que reinicié con el exgobernador Alejandro Lyons, porque lo consideré mi amigo, como he considerado a su familia, especialmente a su hermano y a su padre.
Usted pasará a la historia por haber sido el socio en la sombra del primer fiscal jefe anticorrupción en terminar extraditado por corrupción. ¿Qué opinión tiene sobre usted mismo y ese pesado fardo que cargará para toda la vida?
Qué indeseable forma de pasar a la historia. Pero, muchas veces, las cosas no se ven como en realidad son, sino como aparentan ser. A Gustavo Moreno lo conozco desde el año 2010, cuando cursaba mi especialización en derecho penal en la universidad Sergio Arboleda. Posteriormente trabajamos juntos en la Secretaría de Gobierno de Bogotá, donde hicimos una muy buena amistad y por un espacio de unos 3 o 4 meses compartimos una oficina en la calle 92. Es cierto que llevábamos algunos casos conjuntamente, pero a raíz de una discusión muy fuerte que tuvimos, finalizando el año 2015, dejamos de comunicarnos de manera reiterada como lo hacíamos antes. Gustavo Moreno llegó a la dirección anticorrupción de la Fiscalía en octubre del 2016 y el único caso que yo llevaba allí era el del señor Guillermo Pérez, contratista investigado por el cartel de la hemofilia.
Usted tiene mucha información sobre el exgobernador Alejandro Lyons, artífice del saqueo a Córdoba y principal delator del cartel. ¿Qué no se sabe aún del señor Lyons?
En la gobernación de Alejandro Lyons, de 2012 a 2015, entró en vigencia la ley 1530 del sistema general de regalías, donde el gobierno giró grandes rubros de dinero al departamento y donde Lyons organizó una gran cantidad de proyectos avalados por el Órgano Colegiado de Administración y Decisión (OCAD), sin que estos cumplieran con los requisitos técnicos establecidos, lo cual se prestó para la corrupción y el desangre de los recursos del departamento en proyectos como los de Ciencia y Tecnología.
¿Cuánta plata se embolsilló Lyons?
De los dineros en su mandato, por sistema general de participaciones y regalías, según los datos del Ministerio de Hacienda, recibió alrededor de $3,5 billones. Y es bien sabido que todo contratista que quisiera trabajar con él le exigía no menos del 30 por ciento como coima. La riqueza de Alejandro Lyons puede estar oscilando alrededor de los $800.000 millones.
(Lea: El “dossier” del político que hundió al fiscal anticorrupción)
¿Le parece que 62 meses de cárcel –que fue el acuerdo al que llegó Alejandro Lyons con la justicia en Colombia– se compadecen con el daño que este le hizo al país?
El acuerdo al que llegó Alejandro Lyons con la justicia es muy cuestionable desde el punto de vista social y, más aún, judicial, teniendo en cuenta que es la gobernación de Córdoba donde más se han destapado escándalos de carteles de corrupción (hemofilia, neurodesarrollo, síndrome de Down, regalías, entre otros), y como nunca antes se dieron homicidios de personas pertenecientes a su grupo de trabajo y administración, donde se pasó de la vulneración al erario y la administración de justicia, al bien jurídico supremo de la vida.
¿A qué se refiere?
Se acordó la pena de 62 meses y la devolución de $4.000 millones en un par de años, cuando la norma indica que en los delitos en los cuales el investigado hubiese obtenido un incremento patrimonial fruto del mismo, no se podrá celebrar el acuerdo hasta tanto no se entregue por lo menos el 50 % del valor, equivalente al incremento percibido y se asegure el recaudo del remanente. En el caso del señor Lyons es fácil verificar cuál era su patrimonio antes de ingresar a la gobernación de Córdoba y cuál es el mismo después de salir de esta. El señor fiscal general, debido a las acuciosas labores que ha encaminado en descubrir el patrimonio oculto de Lyons, ha probado que solo en algunas propiedades que le han incautado el valor supera los $22.500 millones, por lo que su negociación, en términos económicos, es improcedente, pues no ha reintegrado ni reintegrará el 10 % de los dineros que tiene y de los que se ha apropiado ilícitamente.
¿Cómo fue el “entrampamiento” que les tendió Lyons a usted y a Gustavo Moreno en Estados Unidos? Noticias Caracol divulgó unas fotografías de un encuentro suyo con Lyons en Miami y, además, unos audios de ”Whatsapp”, en los que Lyons le decía a usted que le tenía “unos verdes” allá en Estados Unidos. ¿Qué piensa hoy de todo ese episodio?
El señor Alejandro Lyons se va para Estados Unidos a finales de abril de 2017 y me comenta que se va con su esposa y sus dos hijas a un crucero de Disney y que cuando regresara nos veíamos. A la semana de haberse ido me manda a su hermano Juan Lyons a mi oficina para darme el nuevo número que iba a utilizar para que me comunicara con él, y es Alejandro quien a través de la plataforma Telegram me manda un mensaje y volvemos a comunicarnos. Es Lyons quien luego de irse para Estados Unidos me contacta nuevamente.
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¿Y qué pasa después de esos primeros contactos?
Empezamos a hablar todos los días de diferentes cosas, como amigos que éramos; o así lo creía yo. Alejandro me dice que cuándo voy a visitarlo, que él se va quedar un tiempo por allá, y yo le digo que voy a estar por Miami finalizando el mes de mayo de 2017 porque mi novia cumplía años. Yo organizo un viaje con ella para su cumpleaños, el día 26 de mayo del 2017. Los tiquetes al igual que el hotel donde me hospedé los pagué con mi tarjeta de crédito. El 26 de mayo nos vamos para el Dolphin Mall, en Miami y nos tomamos unos tragos en un restaurante que se llama Kobe. Entonces Alejandro me llama y me dice que hablemos en su carro, una camioneta familiar estilo van, y es ahí donde se dan las conversaciones (de la DEA) que han salido a luz pública.
¿Qué tantas cosas se dijeron en el carro? En Colombia solo se han conocido parcialmente esas conversaciones.
Allí se dicen verdades y mentiras, como ya se ha probado, unas por situaciones que me había comentado en algún momento y otras producto de invenciones mías, con el fin de aparentar y mostrar un poder y relación que en verdad yo no tenía. El 27 de mayo yo me encontraba departiendo con un tío, quien es ciudadano norteamericano, y es Alejandro Lyons quien llega a donde estoy y empezamos a departir tomando unos tragos, como lo muestran las imágenes divulgadas por Noticias Caracol. También existen cientos de mensajes de Whatsapp con él, porque, como le reitero, además de ser su asesor jurídico, era su amigo, y en unos de esos audios se nota que es Alejandro Lyons quien se valió de su amigo (yo) para hacerle un soborno a Gustavo Moreno.
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¿Qué pasa después?
El día 15 de junio viajo a Miami, nuevamente. Alejandro Lyons me recoge en el aeropuerto y me acompaña al hotel y luego en la noche nos encontramos con Gustavo Moreno y es la reunión que se da en el carro de este. Donde ellos dos hablan y yo me salgo del carro. Después de mi captura, y por los medios de comunicación, me entero de que Alejandro Lyons, desde el mes de mayo o principios de junio de 2017, había puesto una denuncia de unas supuestas sumas de dinero que se le venían haciendo desde acá de Colombia y que se iban a materializar en Estados Unidos. Pero la realidad es otra. Él es quien propicia esta situación, quien ofrece el dinero para Gustavo Moreno, y ahora quiere presentarse como víctima y, de esa manera, darle legalidad a las grabaciones que estaba haciendo. Pero en realidad él no era víctima de nada: él ofreció e insistió en esa oferta de plata para obtener una información.
¿Faltan todavía más magistrados por caer en este escándalo?
No he tenido vínculo o relación alguna con ningún magistrado. Esa pregunta se la puede resolver Gustavo Moreno.
Usted tiene mucha información sobre el llamado cartel de la hemofilia. ¿Cómo operó esa organización criminal? ¿Qué contratistas auspiciaron eso? ¿Qué rol tuvo el fiscal Daniel Díaz, señalado de recibir $300 millones para evitar que este cartel terminara procesado?
Gran parte de los responsables están actualmente en investigación, por lo cual me abstengo de hablar por la debida reserva. Sin embargo, la mayoría de los beneficiarios dentro de los cuales se encuentran congresistas y gente muy cercana a Alejandro Lyons no han respondido por ello.
(Lea: Leonardo Pinilla, el delator del cartel de la hemofilia)
¿Qué otros episodios de corrupción conoció? ¿Qué sabe de los casos de otros personajes que dieron plata al cartel de la toga para “engavetar” procesos en la Fiscalía y en la Corte Suprema de Justicia? ¿Qué nos puede decir del exgobernador del Valle, Juan Carlos Abadía; del exgobernador del Cesar, Lucas Gnecco Cerchar; del exsecretario de presidencia, Alberto Velásquez; del exalcalde de Villavicencio, Franklin Chaparro –condenado por homicidio–, y de los excongresistas Nilton Córdoba y Argenis Velásquez?
No conozco ni tengo ninguna información sobre lo que haya podido suceder con esas personas.
Usted fue abogado del exsenador Luis Alfredo Ramos. ¿Cómo llegó a esa defensa? ¿Pagó el doctor Ramos dinero al cartel de la toga?
A esa defensa llego como abogado suplente por invitación de Gustavo Moreno. También otros abogados hicieron parte de esa defensa. Y nunca he sabido que el doctor Ramos hubiese dado dinero alguno con destino a algún magistrado, y, por el conocimiento que tengo de él, me atrevería a sostener que no es ese tipo de persona. Aún mas, es un proceso muy claro donde no es necesario ningún tipo de ayuda para afirmar su inocencia.
(Lea: Asesinan a falso testigo en caso de Luis Alfredo Ramos)
Sobre el caso de Ramos, hay un antecedente grave. Uno de los testigos allí, Carlos Enrique Areiza, fue asesinado hace dos meses. Y sobre él pesan señalamientos sobre movidas poco claras para hacerlo cambiar de testimonio. ¿El cartel de la toga hizo alguna de esas vueltas?
El señor Carlos Enrique Areiza era un delincuente consumado que engañó y estafó a los organismos de inteligencia del Estado, a un Fiscal General de la Nación y a un representante de la Iglesia, a través de mentiras. En ese proceso, Areiza sí fue presionado, pero para declarar en contra del doctor Ramos, como lo manifestó él mismo.
Dicen que Colombia es un país impune donde campea la corrupción y el bandidaje. Y que eso explica, justamente, que la corrupción se mantenga e, incluso, se empeore. Usted, sin embargo, terminó preso y descubierto. ¿Qué les diría a esos hampones todavía libres que creen que nunca terminarán tras las rejas?
En Colombia la corrupción ha sido un fenómeno cultural y social. Cometí un error y lo estoy pagando a un precio caro, tanto así que ya fui extraditado, y se me presenta como el peor y más temido delincuente. Ahora bien, tengo que resaltar la labor de la Fiscalía en este caso, que ha sido implacable con la delincuencia. Y, aunque suene a cliché, tengo que decir que delinquir no paga.
¿Qué tanta corrupción puede haber en la justicia en Colombia?
En un país como Colombia, donde existe tanta desigualdad y necesidades, el factor dinero se convierte en una forma de permear la voluntad de las personas. Sin ser esta una justificación.
¿Qué decirles a tantos funcionarios probos que se juegan la vida tratando de frenar la corrupción?
Lo primero es felicitarlos y lo segundo es que se mantengan en esa posición sin desfallecer, porque pasar por la cárcel es la experiencia más traumática, degradante y difícil que puede vivir una persona.
Hablando de exorcismos y confesiones, ¿sabe usted cómo llegó su exsocio Gustavo Moreno como jefe anticorrupción? ¿Quién lo recomendó?
Desconozco ese episodio.
¿Qué opinión tiene hoy de los exmagistrados José Leonidas Bustos, Francisco Ricaurte y Camilo Tarquino y del suspendido magistrado Gustavo Malo, vinculados al escándalo?
Con ninguno de los magistrados he tenido sociedad alguna. Serán las pruebas las que demuestren las responsabilidades o no de cada uno de los implicados.
Gracias por aceptar esta entrevista. ¿Tiene, como dirían los fiscales, algo más que agregar?
Quisiera decir que Alejandro Lyons nunca ha sido una víctima en este proceso y que fue él mismo quien orquestó todo este escenario, con el único fin de no responder ante la justicia colombiana por los delitos que cometió. Mi disposición, tanto en la justicia colombiana como norteamericana, ha sido de colaboración absoluta, con el fin de retornar a mi familia y a mi vida lo más pronto posible.
Por cierto, ¿cómo han sido sus primeros días en una prisión en Estados Unidos?
Es una situación extremadamente difícil, me retuvieron en SHU (hueco o celda de castigo) desde que llegué. Durante 20 días estuve incomunicado en una celda muy pequeña y en aislamiento total, con comida de castigo. Me siento muy dolido y solo, pero con toda la fortaleza y esperanza para salir de esto. Hay que entender que este no es tu país ni el personal de la prisión de acá es tu gente. Para ellos todos somos unos delincuentes peligrosos y de la peor estirpe, porque la mayoría de gente que está en este edificio está por temas de narcotráfico, sin entender que mi situación no tiene nada que ver con esa clase de procesos.