¿Un vicepresidente más radical que Bolsonaro?
Si el candidato ultraderechista, Jair Bolsonaro, favorito a ganar las elecciones, parecía radical, su vicepresidente, Hamilton Mourão, tiene posturas aún más extremas.
Daniela Quintero Díaz
Aunque Jair Bolsonaro, el polémico candidato a la Presidencia de Brasil, se dio a conocer en su país y en el mundo por sus frases y declaraciones incendiarias, su candidato a la vicepresidencia, Hamilton Mourão, no se queda atrás. O quizá va un paso adelante.
Al candidato y a su “vice” no solo los une la defensa de la dictadura militar y el anhelo del retorno de la “disciplina” y el “orden” del Ejército (en el que ambos sirvieron), sino también sus posturas xenófobas, misóginas, discriminatorias y violentas, y su interés por la política.
Si bien Mourão, general retirado, miembro del Partido Renovador Laborista Brasileño (PRTB), no fue la única opción para la carrera vicepresidencial —pues Bolsonaro estudió otros nombres como Magno Malta, pastor de una iglesia evangelista; Janaína Pashoal, una de las impulsoras del proceso de destitución de la expresidenta Dilma Rousseff, en 2016; e incluso un astronauta, Marcos Pontes, dispuesto a “dar la vida” por su país—, finalmente, el 5 de agosto, en medio de una reunión celebrada en São Paulo, el candidato ultraderechista del Partido Social Liberal (PSL) lo ratificó como su compañero de fórmula para las elecciones… Pero, ¿de dónde lo sacó?
Ver más: El fenómeno electora de Brasil, racista y misógino
Hamilton Mourão es hijo de un general que tuvo un papel importante en el golpe de 1964, el cual instauró la dictadura militar que permaneció en el poder durante 21 años. Nació en Porto Alegre el 15 de agosto de 1953, y en 1972 se enlistó en el ejército, donde pasó 46 de los 64 años de su vida.
En la Academia Militar das Agulhas Negras (principal escuela de formación de los oficiales combatientes del Ejército de Tierra de Brasil) se diplomó en Artillería y en la Escola de Comando e Estado Maior do Exército se graduó como oficial superior.
Sin embargo, su paso por esta institución no estuvo alejado de escándalos, y algunas de sus acciones lo llevaron a ser transferido varios cargos dentro del organismo militar. En 2015, por ejemplo, perdió el Comando Militar del Sur por rendir un homenaje a Carlos Alberto Brilhante Ustra, uno de los torturadores más temidos de la dictadura brasileña, condenado en 2008. Ahí lo reacomodaron, convirtiéndolo en el secretario de Economía y Finanzas del Ejército.
En febrero de 2017, durante la crisis sociopolítica que vivía Brasil por el controvertido caso de destitución de Dilma Rousseff, Mourão también fue removido de su cargo por insinuar que podía dar un golpe de estado. Afirmó que los militares tenían “planes muy bien hechos” y que si el Gobierno y las instituciones no lograban una “solución” a la crisis, sería tarea de las Fuerzas Armadas “imponer una”. “Y esa imposición no será fácil, traerá problemas, ténganlo claro”. Desde entonces hace parte de la reserva.
No obstante, fue este mismo discurso el que lo llevó a ganarse un puesto en la fórmula de Jair Bolsonaro. Para la activista del movimiento Pão y Rosas, Diana Assunção, “la crisis de la que venía Brasil y el desgaste del gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), que llevaba trece años en el poder, le fueron abriendo espacio a que sectores de la derecha se posicionaran bajo la justificación de la supuesta lucha anticorrupción y permitieron que se lograra una base electoral tan fuerte. Entre esta, una población joven que se siente seducida por ese discurso antisistémico, pero que realmente desconoce su pasado y la dictadura”.
Ver más: ¿Qué se juega Colombia en las elecciones de Brasil?
Para Mónica de Bolle, directora del programa de estudios latinoamericanos de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Johns Hopkins, Bolsonaro y Mourão son la misma cosa. “Estoy segura de que Bolsonaro tiene las mismas opiniones que Mourão; si no las tuviera, no le habría pedido que sea su vicepresidente (…) Estos exoficiales militares no tienen un compromiso real por mantener las instituciones democráticas”, afirmó para Bloomberg.
Pese a que por las venas de Mourão corre sangre indígena, durante su primera aparición pública como compañero de Bolsonaro afirmó que Brasil está lastrado por la herencia de “la indolencia de los indígenas y del espíritu taimado de los africanos”.
De igual forma, hace una semana, al desembarcar en un aeropuerto de Brasilia donde era esperado por sus hijos y uno de sus nietos afirmó en medio de carcajadas: “Déjenme ir, que mis hijos me están esperando. Mi nieto es un chico bonito, míralo ahí. Blanqueo de la raza”.
Ver más: Brasil, dos visiones
Pero sus agresiones no solo han sido hacia indígenas, negros y miembros de la comunidad LGBTI. El candidato a la Vicepresidencia de Brasil, cuya fórmula lidera la intención de voto con un 57 %, planteó que muchos de los problemas sociales de su país se deben a las familias “disociadas”. “Las familias sin la figura de padre y abuelo, y solo con madre y abuela son fábricas de elementos desequilibrados que tienden a ingresar en bandas de narcotráfico”, afirmó.
Además, sus discursos están permeados por la lógica del terror. Tras el atentado del que fue víctima Bolsonaro el pasado septiembre, Mourão empleó la amenaza para reafirmar su autoridad militar. “Si quieren usar la violencia, los profesionales de la violencia somos nosotros”, afirmó. ¿No debió referirse, tal vez, a profesionales de la seguridad o de la protección, dada su función como fuerzas militares?
Aunque el foco de las elecciones de Brasil ha estado en los candidatos presidenciales, el papel que juegan los vicepresidentes en el país no es menor. Por ejemplo el vicepresidente Michel Temer reemplazó a Rousseff cuando fue destituida. En palabras del director de la carrera de Relaciones Internacionales de la Javeriana, Ricardo Betancourt, “lo que vemos ahora con Mourão es que no hay el equilibrio que se suele buscar con la figura del vicepresidente. Es ultraderecha aliada con ultraderecha, y esto permite afianzar sus posiciones más radicales y materializarlas en sus formas de gobierno”.
Aunque Jair Bolsonaro, el polémico candidato a la Presidencia de Brasil, se dio a conocer en su país y en el mundo por sus frases y declaraciones incendiarias, su candidato a la vicepresidencia, Hamilton Mourão, no se queda atrás. O quizá va un paso adelante.
Al candidato y a su “vice” no solo los une la defensa de la dictadura militar y el anhelo del retorno de la “disciplina” y el “orden” del Ejército (en el que ambos sirvieron), sino también sus posturas xenófobas, misóginas, discriminatorias y violentas, y su interés por la política.
Si bien Mourão, general retirado, miembro del Partido Renovador Laborista Brasileño (PRTB), no fue la única opción para la carrera vicepresidencial —pues Bolsonaro estudió otros nombres como Magno Malta, pastor de una iglesia evangelista; Janaína Pashoal, una de las impulsoras del proceso de destitución de la expresidenta Dilma Rousseff, en 2016; e incluso un astronauta, Marcos Pontes, dispuesto a “dar la vida” por su país—, finalmente, el 5 de agosto, en medio de una reunión celebrada en São Paulo, el candidato ultraderechista del Partido Social Liberal (PSL) lo ratificó como su compañero de fórmula para las elecciones… Pero, ¿de dónde lo sacó?
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Hamilton Mourão es hijo de un general que tuvo un papel importante en el golpe de 1964, el cual instauró la dictadura militar que permaneció en el poder durante 21 años. Nació en Porto Alegre el 15 de agosto de 1953, y en 1972 se enlistó en el ejército, donde pasó 46 de los 64 años de su vida.
En la Academia Militar das Agulhas Negras (principal escuela de formación de los oficiales combatientes del Ejército de Tierra de Brasil) se diplomó en Artillería y en la Escola de Comando e Estado Maior do Exército se graduó como oficial superior.
Sin embargo, su paso por esta institución no estuvo alejado de escándalos, y algunas de sus acciones lo llevaron a ser transferido varios cargos dentro del organismo militar. En 2015, por ejemplo, perdió el Comando Militar del Sur por rendir un homenaje a Carlos Alberto Brilhante Ustra, uno de los torturadores más temidos de la dictadura brasileña, condenado en 2008. Ahí lo reacomodaron, convirtiéndolo en el secretario de Economía y Finanzas del Ejército.
En febrero de 2017, durante la crisis sociopolítica que vivía Brasil por el controvertido caso de destitución de Dilma Rousseff, Mourão también fue removido de su cargo por insinuar que podía dar un golpe de estado. Afirmó que los militares tenían “planes muy bien hechos” y que si el Gobierno y las instituciones no lograban una “solución” a la crisis, sería tarea de las Fuerzas Armadas “imponer una”. “Y esa imposición no será fácil, traerá problemas, ténganlo claro”. Desde entonces hace parte de la reserva.
No obstante, fue este mismo discurso el que lo llevó a ganarse un puesto en la fórmula de Jair Bolsonaro. Para la activista del movimiento Pão y Rosas, Diana Assunção, “la crisis de la que venía Brasil y el desgaste del gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), que llevaba trece años en el poder, le fueron abriendo espacio a que sectores de la derecha se posicionaran bajo la justificación de la supuesta lucha anticorrupción y permitieron que se lograra una base electoral tan fuerte. Entre esta, una población joven que se siente seducida por ese discurso antisistémico, pero que realmente desconoce su pasado y la dictadura”.
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Para Mónica de Bolle, directora del programa de estudios latinoamericanos de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Johns Hopkins, Bolsonaro y Mourão son la misma cosa. “Estoy segura de que Bolsonaro tiene las mismas opiniones que Mourão; si no las tuviera, no le habría pedido que sea su vicepresidente (…) Estos exoficiales militares no tienen un compromiso real por mantener las instituciones democráticas”, afirmó para Bloomberg.
Pese a que por las venas de Mourão corre sangre indígena, durante su primera aparición pública como compañero de Bolsonaro afirmó que Brasil está lastrado por la herencia de “la indolencia de los indígenas y del espíritu taimado de los africanos”.
De igual forma, hace una semana, al desembarcar en un aeropuerto de Brasilia donde era esperado por sus hijos y uno de sus nietos afirmó en medio de carcajadas: “Déjenme ir, que mis hijos me están esperando. Mi nieto es un chico bonito, míralo ahí. Blanqueo de la raza”.
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Pero sus agresiones no solo han sido hacia indígenas, negros y miembros de la comunidad LGBTI. El candidato a la Vicepresidencia de Brasil, cuya fórmula lidera la intención de voto con un 57 %, planteó que muchos de los problemas sociales de su país se deben a las familias “disociadas”. “Las familias sin la figura de padre y abuelo, y solo con madre y abuela son fábricas de elementos desequilibrados que tienden a ingresar en bandas de narcotráfico”, afirmó.
Además, sus discursos están permeados por la lógica del terror. Tras el atentado del que fue víctima Bolsonaro el pasado septiembre, Mourão empleó la amenaza para reafirmar su autoridad militar. “Si quieren usar la violencia, los profesionales de la violencia somos nosotros”, afirmó. ¿No debió referirse, tal vez, a profesionales de la seguridad o de la protección, dada su función como fuerzas militares?
Aunque el foco de las elecciones de Brasil ha estado en los candidatos presidenciales, el papel que juegan los vicepresidentes en el país no es menor. Por ejemplo el vicepresidente Michel Temer reemplazó a Rousseff cuando fue destituida. En palabras del director de la carrera de Relaciones Internacionales de la Javeriana, Ricardo Betancourt, “lo que vemos ahora con Mourão es que no hay el equilibrio que se suele buscar con la figura del vicepresidente. Es ultraderecha aliada con ultraderecha, y esto permite afianzar sus posiciones más radicales y materializarlas en sus formas de gobierno”.