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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconoció el miércoles "oficialmente" a Jerusalén como la capital de Israel, una histórica decisión que revoca décadas de diplomacia estadounidense e internacional, y amenaza con desencadenar una escalada de violencia en Medio Oriente. (Le puede interesar: Jerusalén, la última tentación de Trump)
"He decidido que es hora de reconocer oficialmente a Jerusalén como la capital de Israel", dijo el líder estadounidense desde la Casa Blanca, tras ordenar el traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Israel y reivindicar "un nuevo enfoque" para el conflicto israelí-palestino.
"Israel es una nación soberana con el derecho, como cualquier otra nación soberana, de determinar cuál es su propia capital", dijo el mandatario en su discurso, en el que aseguró que esa decisión es "una condición necesaria para alcanzar la paz".
"Esta decisión no busca de ningún modo reflejar que nos apartamos de nuestro fuerte compromiso para facilitar la paz duradera", dijo Trump, a la vez que anunció que su vicepresidente Mike Pence viajará al Medio Oriente próximamente.
"Entonces hoy llamamos a la calma, a la moderación, y a que las voces de tolerancia prevalezcan sobre aquellas que transmiten odio", dijo.
Se trata de una medida que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, calificó como "justa y valiente" al asegurar que se trata de un "paso importante para la paz porque no hay paz que no incluya Jerusalén como capital del Estado de Israel".
Sin embargo, la decisión de Trump también ha despertado la preocupación de diversos sectores ante las posibles consecuencias de un cambio de estatuto de esta ciudad, que además de albergar los lugares santos de las tres grandes religiones monoteístas -incluido el Santo Sepulcro- es un polvorín diplomático. (En contexto: Jerusalén: entre cristianos, judíos y musulmanes)
Para el secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erakat, el presidente estadounidense Donald Trump destruyó la llamada solución de dos Estados al anunciar el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel. Trump también "privó a Estados Unidos de cualquier papel" en el proceso de paz entre israelíes y palestinos, añadió Erakat ante la prensa.
En igual sentido se pronunció el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, quien advirtió que el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel "beneficiará a los grupos terroristas".
"Semejante medida sólo servirá para beneficar a los grupos terroristas", declaró Erdogan tras una entrevista en Ankara con el rey Abdalá II de Jordania, que dijo por su parte que la Ciudad Santa es "crucial para la estabilidad" de la región.
"Este paso erróneo... provocará indignación pública en todo el mundo islámico, dinamitará el terreno para la paz y desatará nuevas tensiones y enfrentamientos en nuestra región", añadió.
A diferencia de otros presidentes estadounidenses que habían hecho la misma promesa, cumplirá así una de sus compromisos electorales, con el "reconocimiento de una realidad" histórica y contemporánea, afirmó un responsable estadounidense que pidió mantener el anonimato. (Lea también: Así espera Jerusalén el anuncio de Donald Trump)
Retrasar este reconocimiento "no ha contribuido en nada, durante más de dos décadas, a alcanzar la paz", defendió.
El esperado anuncio de Trump ha sido precedido por advertencias de una respuesta violenta en el mundo musulmán.
Los palestinos han estado presionando a líderes regionales para que se opongan a la decisión de Washington y el movimiento islamista Hamas, que controla la Franja de Gaza, amenazó con una nueva "intifada".
¿Cuál es el contexto?
Jerusalén se sitúa en el centro del conflicto israelo-palestino y su estatus es una de las cuestiones más difíciles de resolver.
El plan de división de Palestina de 1947, entonces bajo mando británico, preveía su partición en tres entidades: un Estado judío, un Estado árabe y Jerusalén como un "corpus separatum" bajo régimen internacional especial.
Este plan fue aceptado por los dirigentes sionistas, pero rechazado por los líderes árabes.
Tras la salida de los británicos y la primera guerra árabe-israelí, se crea el Estado de Israel en 1948, que hace de Jerusalén Oeste su capital. Jerusalén Este queda bajo el control de Jordania.
Israel toma y se anexiona Jerusalén Este durante la guerra de los Seis Días en 1967. Una ley fundamental aprueba en 1980 el estatus de Jerusalén como capital "eterna e indivisible" de Israel.
¿Por qué Jerusalén es tan importante para israelíes y palestinos?
Los judíos consideran Jerusalén como su capital histórica desde hace más de 3.000 años por razones religiosas y políticas. El judaísmo siempre habló de una vuelta a Jerusalén. La ciudad es la antigua capital del reino de Israel del rey David (siglo X a.C.) y más tarde del reino judío asmoneo (siglo II a.C).
Los palestinos, que representan cerca de un tercio de la población de la ciudad, reivindican Jerusalén como la capital del Estado al que aspiran.
Más allá del conflicto, la cuestión tiene una dimensión religiosa esencial: la ciudad alberga los más altos lugares santos del cristianismo y del judaísmo, y el es tercer lugar santo del islam.
¿Cuáles serían las consecuencias?
El traspaso de la embajada sería interpretado como un reconocimiento en sí de Jerusalén como capital.
Sin embargo, los analistas se preguntan cómo reaccionarían los palestinos, las capitales y las calles árabes. También dudan de la capacidad de los países árabes a enfrentarse a Trump.
El jefe de la Liga Árabe, Ahmed Abul Gheit, se mostró preocupado sobre el riesgo de alimentar "el fanatismo y la violencia".
El movimiento islamista palestino Hamas hizo un llamamiento a una nueva Intifada si Trump reconoce Jerusalén como capital de Israel. El secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erakat, advirtió que Estados Unidos se "descalificaría" en su papel de mediador.
Una gran parte de la clase política israelí da la bienvenida a la perspectiva de un reconocimiento considerándolo como un hecho histórico.