"Kingdom Hearts 3": historia de un sueño hecho videojuego
En 2002, Disney y Square Enix se aliaron para crear “Kingdom Hearts”, uno de los títulos más populares de la industria. Sin embargo, desde 2009 las empresas venían prometiendo continuar con la saga. Esta promesa, por fin, se materializó.
Juliana Vargas / @Jvargasleal
No vi una, ni dos, ni 10 veces el “Rey León”. Pude haber introducido la película en el VHS aproximadamente unas 20 o 30 veces. Siendo una niña de tres años, pensaba que en algún momento Simba sería capaz de salvar a su padre. Cada vez que Mufasa moría, terminaba de ver la película y volvía a verla pensando “esta vez sí. Esta vez Mufasa vivirá”.
También vi “Los Aristogatos”, “Peter Pan”, “Pocahontas”…Walt Disney fue quien moldeó mis primeros sueños de infancia, hasta que, a los ocho años, mi imaginación le dio espacio a otro universo. Este era más implacable, menos compasivo y más complejo en su construcción. Si en el universo de Disney la muerte de Mufasa me había causado una gran impresión, en este universo no era más que el comienzo.
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La saga “Final Fantasy”, de la empresa de videojuegos Square Enix, me introdujo a un mundo fantástico en el que el peligro, más que los sueños infantiles, era el que impulsaba la acción. Me enseñó el poder de una espada, la fuerza de la oscuridad y la luz que nace de la esperanza. Me enseñó el nivel de destrucción al que puede llegar el humano, pero también me presentó los amaneceres que se vislumbran luego de la más oscura noche. En Disney, los leones y gatos hablaban; en Final Fantasy, por el contrario, los dioses en los que creímos alguna vez, como Quetzácoalt, Odín y Shiva, ahora hacían parte de una fantasía para luchar junto a los personajes de esta saga.
El primer Final Fantasy que jugué fue “Final Fantasy VIII” y, desde su introducción, esta saga me prometía quedarse en mi imaginación:
“Estaré aquí… ¿Por qué?
Estaré aquí… ¿Para qué?
Estaré aquí esperándote, entonces…
Si vienes, me encontrarás
…Lo prometo…”
Conocí soldados implacables, como Squall Lionhart, hombres irónicamente ingenuos y valientes, como Zidane, y sacerdotisas incorruptibles, como Yuna. Entre personaje y personaje y entre trama y trama, vinieron “Final Fantasy IX”, “Final Fantasy X”, “Final Fantasy X-2” … ”Final Fantasy XI”. En fin, esta saga había llegado para quedarse. Cuando en mi cabeza los animales parlanchines ya habían sido reemplazados por espadas gigantes, magia basada en los cuatro elementos y dioses fantásticos, Walt Disney cambió su estrategia para volver a ocupar mi cabeza.
Y así, en 2002, llegó “Kingdom Hearts” a Play Station 2, un videojuego creado por Square Enix y Disney.
Este videojuego presentaba tres protagonistas que seguían el mismo diseño de los personajes de “Final Fantasy” —Rikku, Sora y Kairi—; no obstante, la trama se desenvolvía en mundos de Disney y, además, personajes de “Final Fantasy” aparecían aquí y allá. Así, Sora luchaba junto a Hércules para luego hablar con Tidus. También usaba una espada gigante, propia del diseño de Square Enix, para mantener la luz en los mundos de Disney, y al final, se enfrentaba con un enemigo creado tanto por una empresa como por la otra. Los jugadores no tenían por qué debatirse entre la nostalgia de su infancia o su fantasía presente. Por mi parte, ya no tenía que prender el VHS una y otra vez para ver si Mufasa finalmente vivía; ahora podía empezar de nuevo, luego de un Game Over, para poder salvarlos a todos.
En 2004 llegó “Kingdom Hearts: Chain of Memories” y en 2005 “Kingdom Hearts 2”. En tres años ya teníamos tres videojuegos que fusionaban lo mejor de dos grandes productoras de sueños. Ya no sólo se juntaban personajes, sino también se creaba un sistema de juego que abarcaba la esencia de ambos universos. De esta forma, a Sora ahora lo acompañaban Donald y Goofy; ya no se invocaban a Shiva o a Bahamut como guardianes, sino al Genio y a Stitch, y los mundos de Disney ahora enfrentaban peligros mucho más grandes que los que uno veía de pequeño.
A partir de ese momento, pareció que Square Enix y Disney se hubieran dormido y hubieran soñado, tal como antes nos hacían soñar a nosotros. En 2008 se lanzó un juego episódico para móviles, llamado “Kingdom Hearts Coded”. En 2009 vimos “Kingdom Hearts 358/2”, un videojuego para Nintendo DS que contaba la historia entre “Kingdom Hearts 1” y “Kingdom Hearts 2”. Finalmente, en 2010 y 2012 vimos “Kingdom Hearts Birth by Sleep” y “Kingdom Hearts 3D: Dream Drop Distance” respectivamente, dos precuelas de la saga principal. Sin embargo, los años pasaban y la secuela de la trama principal no llegaba.
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“¿Qué sucede?”, preguntaba la generación del “ahora”, la generación de la inmediatez, la generación de la rápida satisfacción. Esa misma que ha sido víctima de estanterías repletas de títulos sin jugar que salen mes a mes, tal como los juegos anteriormente mencionados. Por su parte, “Kingdom Hearts 3” se completaba paso a paso desde 2009. Había habido retrasos debido al desarrollo de otros videojuegos de igual importancia, tales como “Final Fantasy XV” y “Dragon Quest XI”; pero “Kingdom Hearts 3” no estaba en fase de total hibernación. Habían comenzado su proceso con el Luminous Engine, sin embargo, cambiaron de motor al Unreal Engine 4 unos años después para entregarle a los consumidores el mejor juego posible. De igual forma, hubo cambios en la planificación del personal debido a los varios proyectos que llevaba Square Enix, los cuales también eran altamente esperados; pero el trabajo en “Kingdom Hearts” era continuo.
Llegaron los años 2010, 2011, 2012: “Toy Story 3” y “Enredados” se estrenaron. En 2013, 2014, 2015 fue el turno para “Big Heroes 6” “y Frozen”. Para 2016, 2017, 2018 Jack Sparrow y el capitán Salazar eran los últimos en llegar a la pantalla grande. Y, por fin, después de años de espera, “Kingdom Hearts 3” se anunció este mes.
Durante el anuncio, Square Enix nos regaló un tráiler con gráficas grandiosas que llevaban a Johnny Depp y Orlando Bloom a un reino fantástico, nos daba una mejor y más fluida modalidad de juego, nos mostraba una nueva alianza con Pixar gracias a la cual ahora podíamos jugar junto a Woody, Mike Wazowski y Baymax; los nuevos guardianes de Sora eran Ralph el Demoledor y Ariel, y ahora Square Enix nos daba un paseo por el lejano norte de Elsa y la torre de Rapunzel.
La espera valió la pena. El 29 de enero de 2019 volveremos a cruzarnos con Squall Lionhart, Tidus y Yuna; volveremos a entrar a los mundos en los que vivimos durante nuestra infancia, y volveremos a participar de la guerra entre la luz y la oscuridad de la mano de dos empresas que se tomaron nuestros sueños en serio. No tenemos por qué prender de nuevo el VHS pues nunca nos han abandonado.
“Estaré aquí… ¿Por qué?
Estaré aquí… ¿Para qué?
Estaré aquí esperándote, entonces…
Si vienes, me encontrarás
…Lo prometo…”
No vi una, ni dos, ni 10 veces el “Rey León”. Pude haber introducido la película en el VHS aproximadamente unas 20 o 30 veces. Siendo una niña de tres años, pensaba que en algún momento Simba sería capaz de salvar a su padre. Cada vez que Mufasa moría, terminaba de ver la película y volvía a verla pensando “esta vez sí. Esta vez Mufasa vivirá”.
También vi “Los Aristogatos”, “Peter Pan”, “Pocahontas”…Walt Disney fue quien moldeó mis primeros sueños de infancia, hasta que, a los ocho años, mi imaginación le dio espacio a otro universo. Este era más implacable, menos compasivo y más complejo en su construcción. Si en el universo de Disney la muerte de Mufasa me había causado una gran impresión, en este universo no era más que el comienzo.
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La saga “Final Fantasy”, de la empresa de videojuegos Square Enix, me introdujo a un mundo fantástico en el que el peligro, más que los sueños infantiles, era el que impulsaba la acción. Me enseñó el poder de una espada, la fuerza de la oscuridad y la luz que nace de la esperanza. Me enseñó el nivel de destrucción al que puede llegar el humano, pero también me presentó los amaneceres que se vislumbran luego de la más oscura noche. En Disney, los leones y gatos hablaban; en Final Fantasy, por el contrario, los dioses en los que creímos alguna vez, como Quetzácoalt, Odín y Shiva, ahora hacían parte de una fantasía para luchar junto a los personajes de esta saga.
El primer Final Fantasy que jugué fue “Final Fantasy VIII” y, desde su introducción, esta saga me prometía quedarse en mi imaginación:
“Estaré aquí… ¿Por qué?
Estaré aquí… ¿Para qué?
Estaré aquí esperándote, entonces…
Si vienes, me encontrarás
…Lo prometo…”
Conocí soldados implacables, como Squall Lionhart, hombres irónicamente ingenuos y valientes, como Zidane, y sacerdotisas incorruptibles, como Yuna. Entre personaje y personaje y entre trama y trama, vinieron “Final Fantasy IX”, “Final Fantasy X”, “Final Fantasy X-2” … ”Final Fantasy XI”. En fin, esta saga había llegado para quedarse. Cuando en mi cabeza los animales parlanchines ya habían sido reemplazados por espadas gigantes, magia basada en los cuatro elementos y dioses fantásticos, Walt Disney cambió su estrategia para volver a ocupar mi cabeza.
Y así, en 2002, llegó “Kingdom Hearts” a Play Station 2, un videojuego creado por Square Enix y Disney.
Este videojuego presentaba tres protagonistas que seguían el mismo diseño de los personajes de “Final Fantasy” —Rikku, Sora y Kairi—; no obstante, la trama se desenvolvía en mundos de Disney y, además, personajes de “Final Fantasy” aparecían aquí y allá. Así, Sora luchaba junto a Hércules para luego hablar con Tidus. También usaba una espada gigante, propia del diseño de Square Enix, para mantener la luz en los mundos de Disney, y al final, se enfrentaba con un enemigo creado tanto por una empresa como por la otra. Los jugadores no tenían por qué debatirse entre la nostalgia de su infancia o su fantasía presente. Por mi parte, ya no tenía que prender el VHS una y otra vez para ver si Mufasa finalmente vivía; ahora podía empezar de nuevo, luego de un Game Over, para poder salvarlos a todos.
En 2004 llegó “Kingdom Hearts: Chain of Memories” y en 2005 “Kingdom Hearts 2”. En tres años ya teníamos tres videojuegos que fusionaban lo mejor de dos grandes productoras de sueños. Ya no sólo se juntaban personajes, sino también se creaba un sistema de juego que abarcaba la esencia de ambos universos. De esta forma, a Sora ahora lo acompañaban Donald y Goofy; ya no se invocaban a Shiva o a Bahamut como guardianes, sino al Genio y a Stitch, y los mundos de Disney ahora enfrentaban peligros mucho más grandes que los que uno veía de pequeño.
A partir de ese momento, pareció que Square Enix y Disney se hubieran dormido y hubieran soñado, tal como antes nos hacían soñar a nosotros. En 2008 se lanzó un juego episódico para móviles, llamado “Kingdom Hearts Coded”. En 2009 vimos “Kingdom Hearts 358/2”, un videojuego para Nintendo DS que contaba la historia entre “Kingdom Hearts 1” y “Kingdom Hearts 2”. Finalmente, en 2010 y 2012 vimos “Kingdom Hearts Birth by Sleep” y “Kingdom Hearts 3D: Dream Drop Distance” respectivamente, dos precuelas de la saga principal. Sin embargo, los años pasaban y la secuela de la trama principal no llegaba.
Lea también: "Quantum Replica", un videojuego colombiano que conquista la atención de los jugadores
“¿Qué sucede?”, preguntaba la generación del “ahora”, la generación de la inmediatez, la generación de la rápida satisfacción. Esa misma que ha sido víctima de estanterías repletas de títulos sin jugar que salen mes a mes, tal como los juegos anteriormente mencionados. Por su parte, “Kingdom Hearts 3” se completaba paso a paso desde 2009. Había habido retrasos debido al desarrollo de otros videojuegos de igual importancia, tales como “Final Fantasy XV” y “Dragon Quest XI”; pero “Kingdom Hearts 3” no estaba en fase de total hibernación. Habían comenzado su proceso con el Luminous Engine, sin embargo, cambiaron de motor al Unreal Engine 4 unos años después para entregarle a los consumidores el mejor juego posible. De igual forma, hubo cambios en la planificación del personal debido a los varios proyectos que llevaba Square Enix, los cuales también eran altamente esperados; pero el trabajo en “Kingdom Hearts” era continuo.
Llegaron los años 2010, 2011, 2012: “Toy Story 3” y “Enredados” se estrenaron. En 2013, 2014, 2015 fue el turno para “Big Heroes 6” “y Frozen”. Para 2016, 2017, 2018 Jack Sparrow y el capitán Salazar eran los últimos en llegar a la pantalla grande. Y, por fin, después de años de espera, “Kingdom Hearts 3” se anunció este mes.
Durante el anuncio, Square Enix nos regaló un tráiler con gráficas grandiosas que llevaban a Johnny Depp y Orlando Bloom a un reino fantástico, nos daba una mejor y más fluida modalidad de juego, nos mostraba una nueva alianza con Pixar gracias a la cual ahora podíamos jugar junto a Woody, Mike Wazowski y Baymax; los nuevos guardianes de Sora eran Ralph el Demoledor y Ariel, y ahora Square Enix nos daba un paseo por el lejano norte de Elsa y la torre de Rapunzel.
La espera valió la pena. El 29 de enero de 2019 volveremos a cruzarnos con Squall Lionhart, Tidus y Yuna; volveremos a entrar a los mundos en los que vivimos durante nuestra infancia, y volveremos a participar de la guerra entre la luz y la oscuridad de la mano de dos empresas que se tomaron nuestros sueños en serio. No tenemos por qué prender de nuevo el VHS pues nunca nos han abandonado.
“Estaré aquí… ¿Por qué?
Estaré aquí… ¿Para qué?
Estaré aquí esperándote, entonces…
Si vienes, me encontrarás
…Lo prometo…”